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Guerra verbal contra el vicepresidente Quayle

Los intelectuales norteamericanos se lo quieren comer con 'potatoe'

El vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, debió aprender a deletrear la palabra potato (patata) antes de abrir su batalla sin cuartel contra los intelectuales estadounidenses. Quayle, que quería atraer a un electorado conservador descontento con la evolución de esta sociedad multicultural, acaba de comprobar que los artistas y académicos pueden hacerle pagar muy caro sus errores ortográficos. Apenas una semana después de que culpara a Hollywood y a los escritores y artistas de Nueva York de la crisis de valores morales de Estados Unidos, ridiculizarte por su ignorancia se ha convertido en el emblema de la lucha de la gente de la cultura, que teme que los argumentos de Quayle sean el preludio de una caza de brujas

La política antiaborto, conservadora y contra las madres solteras de Quayle, que ha ido emparejada con su acusación de que "la élite cultural no respeta las tradiciones ni las normas", ha irritado a las meninges más ingeniosas del país, que se han dispuesto a acabar con él arrojándole a la cara sus propias debilidades. El traspiés en el deletreo de la palabra potato, que, según Quayle, lleva una e, les ha servido como plataforma con la que desmontar las acusaciones políticas con las que Quayle les amenazaba. La élite cultural acaba de decidir que para comerse a Quayle no hay nada mejor que las patatas.El presentador de televisión David Letterman, uno de los más agresivos conductores de programas nocturnos, llevó hasta su estudio de Manhattan al niño, William Figueroa, para que contara en directo cómo el vicepresidente le había hecho añadir una e al correcto deletreo de la palabra potato (patata en inglés). "No creo que sea del todo idiota", dijo el pequeño de Nueva Jersey, de 12 años, "pero tiene que estudiar más", a lo que Letterman añadió: "¿Crees que Quayle sabrá deletrear la palabra reelegido?".

Una cita deMark Twain

Cuando el segundo cargo más importante de la Casa Blanca excusó su error diciendo que el escritor Mark Twain decía que no se podía confiar en un hombre que sólo sabe deletrear las palabras de una manera, un grupo de historiadores y literatos de la Universidad de Berkeley se apresuró a declarar que esa cita no constaba en los escritos del novelista. La esposa de Quayle, Marilyn, tuvo que salir en televisión con una fotocopia del libro Un toque ligero.- cómo usar el humor para triunfar en los negocios, para probar que la acotación existía.Hasta la metedura de pata, la campaña de Quayle contra los intelectuales, de quienes dice que se burlan de la sociedad "desde las redacciones, los estudios de televisión y desde las facultades", parecía cuajar entre el electorado como un argumento con fuerza. Quayle aparecía como el caballero que iba a encabezar la cruzada republicana contra los auténticos culpables de las repercusiones sociales de la desintegración de la familia: el mundo cultural.

Miembros del propio partido de Quayle, como el ex presidente del National Endowment for the Arts, John E. Frohmayer, trataron de frenar los excesos del vicepresidente contra los intelectuales. En una carta abierta a Quayle, Frohmayer se preguntaba: "Un líder debe unificar a la gente en una visión común. Establecer que por un lado está la élite cultural y por otro el resto de la gente sólo perpetúa la división que ya todos padecemos. ¿Qué tal si iniciáramos un debate real?".Frohmayer le advierte al vicepresidente que "los valores de la familia no pueden ser algo que venga impuesto por el Gobierno y por aquellos que creen saber la verdad".

La nueva excusa de la patata ha permitido a la élite intelectual probar con toda su artillería de ingenio que puede desautorizar a su enemigo con sus propias palabras. Jay Leno, otro de los más populares presentadores, dijo en su programa: "Quayle ha enseñado una valiosa lección a los niños. Si no estudiáis podéis acabar siendo el vicepresidente de Estados Unidos".

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