El tiempo no pasa
El tiempo no pasa por la Biblioteca Nacional. Cuando parecía afirmarse su función como centro dedicado a trabajos de investigación, se vuelve atrás, al acceso indiscriminado en la práctica. ¡Caray! ¿Es tan difícil entender que la Biblioteca Nacional no puede ni debe ser una biblioteca pública? Su director técnico actual (EL PAÍS, 31 de mayo) habla de un fondo moderno, con menos exigencias para su consulta. Resulta, sin embargo, que tal fondo no existe, al menos con carácter separado. La Biblioteca Nacional tiene distribuidos sus libros modernos en varias signaturas, junto a libros antiguos. Las obras del teatro de todos los tiempos se sirven en la sala de investigadores, al igual que bastantes facsímiles modernos. ¿Cómo diferenciar el acceso si los fondos no lo están? Los resultados de esta iniciativa, verdadera vuelta a las andadas, están ya a la vista. Vuelven los opositores con sus códigos, los estudiantes con sus carpetas de apuntes. Vuelven las colas ante los aparatos de reprografía y los plazos de seis meses para obtener un microfilme.- , profesor de Historia del Pensamiento Político.
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