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El cacique Paulo Paiakan destruye el mito del 'buen salvaje'

Paulo Paiakan, de 37 años, cacique de la tribu de los cayapos en el sur del Estado amazónico de Pará (Brasil), premio Global 500 del año 1989 y uno de los símbolos de la pureza ecológica, se encuentra fugitivo de la justicia. Según denuncia la revista brasileña Veja, Paiakan y su mujer violaron y torturaron de forma horrorosa, el pasado 31 de mayo, a una chica de 18 años que enseñaba a leer a sus tres hijas.

La revelación de Veja conmovió ayer a la ECO-92. Paiakan era uno de los símbolos del buen salvaje, la encarnación del líder indígena amazónico que lucha por defender a su tribu y las riquezas de sus tierras frente a los depredadores. Galardonado con varios premios internacionales, Paiakan estuvo en Estados Unidos y apareció hace tres años en el Waldorf Astoria de Nueva York vestido con las ropas de su tribu, al lado del ex presidente norteamericano Jimmy Carter. Por aquellas fechas apareció en la portada del suplemento semanal del Washington Post bajo este título: "Un hombre que podría salvar al mundo".La portada de ayer de Veja es más trágica. Encima de una foto de Paiakan que ocupa toda la página bajo el titular El salvaje, la revista resume: "El cacique símbolo de la pureza ecológica tortura y estupra a una estudiante blanca y después huye a su tribu". Según el relato de la prestigiosa revista brasileña, los hechos ocurrieron el pasado 31 de mayo en la ciudad de Redención, 750 kilómetros al sur de Belén, capital del Estado de Pará.

Paiakan, su esposa Irekram y las tres hijas fueron con la joven Leticia, estudiante de 18 años que enseñaba a leer a las niñas, a participar en un asado en una hacienda a cinco kilómetros de Redención. Pasaron la tarde comiendo y bebiendo cerveza en abundancia. Después, Paiakan y su mujer, con una hija de cinco años delante, llevaron en el coche a Leticia, que iba sentada atrás. Anunciaron que iban a devolverla a su casa, pero se detuvieron a un kilómetro de la hacienda con el pretexto de que el motor estaba averiado.

Sangriento ritual

Según el posterior relato de Leticia ante la policía, la pareja se subió a los asientos traseros del auto, atrancaron las puertas y empezaron a desgarrar las ropas de la chica, quien gritaba horrorizada. En el asiento delantero, la hija de la pareja, de cinco años, gritaba también. Ayudado por su mujer, Paiakan penetró y desvirgó a Leticia. Después, su mujer introdujo las manos en la vagina de la joven violada. Con las manos ensangrentadas, se embadurnaron los cuerpos y a mordiscos le arrancaron un trozo de un pezón. El coche quedó todo ensangrentado.Cuando estaban a punto de estrangularla, el casero de una hacienda vecina, Helio Lima, que oyó afortunadamente los gritos de la joven, acudió al lugar armado con una escopeta y consiguió reducir a la pareja y facilitar la huida de Leticia.

Las autoridades policiales comentaron que no habían visto semejante salvajada en toda su vida, pero dejaron que Paiakan huyese a su tribu por el temor de que la comunidad asaltase la comisaría de policía para rescatar a su cacique. Veja supone que las autoridades habrían tratado de mantener el caso oculto hasta el fin de la ECO 92.

Pese a los detalles terribles de su presunta acción, Paiakan parece contar con alguna comprensión en los círculos progresistas de la Conferencia de la Tierra. Veja concluye su relato con una cita del guru de la antropología brasileña Darcy Ribeiro: "Con certeza, ese rapaz [Paiakan] está contaminado por los blancos. Los indios no son neuróticos y tampoco tienen problemas con el sexo", dijo.

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