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Crítica:ARTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Revelación gráfica de Max Ernst

"Mis vagabundeos, mis desasosiegos, mi impaciencia, mis dudas, mis creencias, mis alucinaciones, mis amores, mis cóleras, mis rebeldías, mi negativa a someterme a cualquier disciplina, aunque fuera ideada por mí mismo..."Con estas palabras definía en 1970 Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, 1976) la ingente producción gráfica por él realizada hasta la fecha, a la vez que, de algún modo, resumía la que había venido siendo su no menos extensa creación en otros ámbitos o apartados de la plástica.

Y a modo de pruebas contundentes, como corresponde, con que corroborar las palabras del artista, Lufthansa, la compañía aérea nacional alemana, nos hace llegar -casi de los cielos, como, en principio, cabía esperar de ella- esta por ahora tercera entrega de la colección formada a lo largo de 25 años de dedicación a la cultura.

Max Ernst

Obra gráfica y libros ilustrados. Museu Picasso. Montcada, 15-19. Barcelona. Hasta el 20 de septiembre.

La presente, dedicada por vez primera en exclusiva a un solo artista, es continuación de las colectivas itinerantes centradas en su día en el arte gráfico alemán contemporáneo -cuyo periplo concluyó en 1982- o al dibujo alemán -cuya gira mundial finalizó ocho años más tarde

Rebelde y contradictorio

La concentración de los esfuerzos de esta empresa especialmente en el apartado de la creación gráfica y calcográfica de la contemporaneidad artística germana es doblemente aleccionador en un panorama como el nuestro, donde, salvo contadísimas excepciones, ni se dispone de un profundo seguimiento e interés por la cultura artística nativa por parte de un sector empresarial tan poderoso como el alemán que nos ocupa, ni abunda la especialización en una parcela tan creativa como la del papel.Y mientras parecemos seguir confundiendo grandes colecciones con grandes formatos, rarezas y grandes nombres exclusivamente, o sea con grandes inversiones, nos llegan estos alemanes para demostrarnos que la cosa es más cuestión de lógica, de racionalidad económica y de eficacia a todos los niveles, que de macrofirmas o inmodestia.

Buena prueba del valor de los dicho en esta revisión que, a través de un conjunto de 260 obras representativas de 50 libros, más una treintena de ilustraciones sueltas, recoge buena parte de lo realizado en ese terreno por el -en sus propias palabras- "rebelde, desigual y contradictorio" Max Ernst, uno de los artistas más singulares, aconvencionales y poliédricos del siglo.

Ernst es célebre no sólo por ser el patriarca de técnicas como el "frottage" o el "grattage", sino también por ser el gran dinamizador de las técnicas calcográficas, de la noción del "collage" más allá del mero "papier collé" cubista o del "collage objetual" dadaista: mediante el "collage: narrativo" inherente a sus conocidas "novelas-collage". Y es célebre a la vez que por su permanente disposición a la colaboración con los literatos y los círculos intelectuales del momento. Ernst se nos revela aquí, de nuevo, como un auténtico anticipador, tanto en lo técnico como en lo conceptual, de cuantos atributos el arte de nuestros días quiera originales para sí mismo.

Se pregunta Werner Spies en el excelente texto del catálogo de la exposición acerca del calificativo más certero para apresar el hálito por excelencia inapresable que recorre la curiosidad creadora de Ernst.

Entresijos del deseo

Difícilmente lo hallará de no recurrir, no ya a un pobre calificativo, sino a un conjunto de ideas que busquen atenazar por vía semántica un continuo existencial hecho de imágenes y textos, plagado de decisiones inusitadas y rupturistas, bien alejado, en definitiva, de todas aquellas convenciones comunicativas imperantes en la época.Cosmogonías irreductibles, entresijos del deseo, azares controlados, modelos de lucha contra la originalidad como valor cualitativo, el descreimiento como axioma, mofa, befa y transgresión, serán, definitivamente desde 1919, los estandartes del inclasificable Ernst a lo largo de su dilatada trayectoria.

¿Cómo reducir, en tan exiguo espacio y sin indirectamente alienar su verdadero sentido, algo que fue genuina encarnación de la alienación, la poesía, el positivo sin sentido, la ironía y la búsqueda constantes? Tal vez acudiendo a contemplar una exposición memorable, que habla por sí sola.

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