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El Ejército del Aire estudió comprar los F-16 que tenía Estados Unidos en Torrejón

Miguel González

El Ejército del Aire evaluó la posibilidad de comprar los 72 cazas F-16 que Estados Unidos tenía desplegados hasta principios de año en la base madrileña de Torrejón de Ardoz, según fuentes de la Fuerza Aérea. Esta posibilidad se descartó, entre otras razones, porque suponía incorporar al Ejército del Aire un sistema de armas totalmente nuevo, cuando su política es ir reduciendo la excesiva diversidad de tipos de aviones, dadas las dificultades que le plantea mantenerlos operativos con su actual escasez de pilotos e ingenieros.

La evaluación que se hizo en su momento sobre la compra de los F-16 ha sido recordada ahora debido a la incertidumbre que rodea al programa del futuro avión de combate europeo (EFA), en el que España participa con Alemania, el Reino Unido e Italia. Si el Gobierno alemán hace oficial finalmente su retirada, lo que debe producirse a lo largo del mes de junio, el Ejército del Aire español se quedará sin los alrededor de 80 aparatos que debían incorporarse a principios de la próxima década, en sustitución de los Mirage F-1.Por eso se recuerda ahora que hubiera sido una buena solución, siquiera transitoria, adquirir aviones F- 16, que Estados Unidos está ofertando a un precio muy económico a países amigos, entre ellos Marruecos. Una vez perdida la ocasión que suponía comprar F-16 antes de su salida de España, la adquisición de este aparato está practicamente descartada, tanto por las razones que la desaconsejaron entonces, como porque, a juicio de algunos expertos, dicho avión ha agotado ya sus posibilidades de desarrollo, por lo que no constituye una alternativa de futuro.

Amortizar inversión.

Para los responsables de la Fuerza Aérea la salida más viable a una eventual cancelación del programa EFA es la compra de más aparatos F- 18. Esta decisión permitiría homogeneizar la aviación de combate, que prácticamente se reduciría a los 70 cazas F-18 con que ya cuenta más los que se compraran en el futuro, lo que simplificaría notablemente el mantenimiento y la instrucción de pilotos.Al mismo tiempo, permitiría amortizar la importante inversión, no sólo económica, que el Ejército del Aire ha tenido que realizar en los últimos años para ganar autonomía en el mantenimiento del avión, incluso en aspectos tan sensibles como los programas informáticos (software) para los ordenadores de misión y gestión de armamento.

Otras alternativas, incluso las barajadas en el Congreso por el ministro de Defensa, Julián García Vargas, se consideran difícilmente factibles. El F-22 norteamericano, aún en fase de desarrollo, escapa a las posibilidades económicas y tecnológicas españolas; el Gripen sueco ha sido descartado incluso por sus vecinos finlandeses, que han optado por el F-18; y el Mig-29 ruso pertenece a otra galaxia cultural y tecnológica, además de presentar, pese a sus indudables virtudes, notables deficiencias en campos como la aviónica.

Al Ejército del Aire le quedan 70 cazas F-18, de los 72 que se compraron. Después de que se estrellara el primero, en noviembre de 1988, se iniciaron conversaciones para reponerlo e incluso llegó a designarse un avión, que respondía a la misma configuración de los comprados por España. Sin embargo, este aparato, según las fuentes consultas, se perdió en la guerra del Golfo, lo que paralizó la operación, ya que los aviones posteriormente ofrecidos no respondían, ni en precio ni en características técnicas, a las pretensiones españolas.

En medios del Ejército del Aire se cree que, incluso si el programa EFA sigue adelante, habrá un retraso sobre las previsiones, por lo que habría que alargar la vida operativa de los F-1.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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