Más sobre el cierre de la M-30

Ya deben estar contentos los que deseaban fervientemente que la M-30 se cerrará por el norte a través de la avenida de la Ilustración. En efecto, han logrado que esta zona de nuestra ciudad pase a englosar el club de las áreas colapsadas por el tráfico. La zona norte no estaba libre de los graves problemas circulatorios que aquejaban a otras zonas de Madrid, y aunque, por supuesto, había retenciones en horas punta, mal que bien se iba tirando. La apertura del túnel de la plaza de Castilla alivió en parte el problema de acceso a través de la Castellana, por lo que la situación no era del todo mala.

Pero hete aquí que ésta ha cambiado de forma radical, desgraciadamente a peor, con la apertura hasta la carretera de El Pardo de la avenida de la Ilustración. No solamente la carretera de Colmenar, nudo norte, Castellana, etcétera, tienen ahora unas retenciones mucho más graves, sino, lo que es peor, el colapso circulatorio en todas las calles adyacentes a la avenida de la Ilustración se ha convertido en mayúsculo. Y digo bien colapso y no retención, porque esta última es, en la mayoría de los casos, un problema de tiempo hasta que, poco a poco, avanzando regularmente, se llega a un determinado sitio, mientras que el colapso implica el desbarajuste y el

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caos ocasionados por una anarquía total de la situación, con vehículos taponándose unos a otros, ocupación de intersecciones, etcétera, y es éste el triste espectáculo en que se ven envueltos últimamente no sólo los vehículos privados, sino autobuses públicos y escolares.

A esto se une también una distribución cuando menos desafortunada y mal adecuada del tiempo de ciclo de los semáforos, que, agravando la situación, hace necesaria la intervención de la Policía Municipal para regular, en la medida limitada de sus posibilidades, el tráfico en la zona, cuando hasta hace poco no era necesaria su intervención.

Por otra parte, leo en EL PAÍS de fecha 11 de mayo que en el estudio hecho por el MOPT con simulaciones de tráfico, barajando distintas alternativas e hipótesis en la zona, "no se entra a valorar los costes de calidad de vida para los vecinos, ni los económicos, que serían altísimos".

Entendamos el progreso como lo que realmente es: tengamos buenas comunicaciones, hagamos carreteras y autopistas amplias y seguras, rápidos y eficaces ferrocarriles, pero no dentro de las ciudades, y, por otra parte, hagamos en los cascos urbanos calles lo más agradables posible, en las que las personas, mayores y jóvenes, niños y ancianos, puedan pasear y cruzarlas con seguridad, conviviendo con los automóviles, pero no sometiéndose sin limitación a ellos a costa de lo que sea y a cualquier precio.-