El decreto para combatir la sequía recortará derechos a los concesionarios del uso de agua
El mayor peso del decreto que ha preparado el Ministerio de Obras Públicas y Transportes para combatir la sequía recaerá en los concesionarios del uso de recursos hidráulicos de las cuencas del Tajo, Guadiana, Guadalquivir y Segura. El decreto de la sequía, cuya aprobación, prevista para el próximo viernes, se ha demorado varios meses, prevé la realización de obras urgentes para atender el abastecimiento de poblaciones que se han quedado sin agua por el descenso del volumen embalsado. Desde febrero, Sevilla tiene permiso para tomar agua del Guadalquivir para el consumo.
Algunos de los embalses del Guadiana figuran entre los más imponentes de España. Después del Tajo es la cuenca con más capacidad para almacenar reservas de toda España. Puede acumular hasta 8.288 hectórnetros cúbicos de agua. Mientras la aportación de la lluvia en un año meteorológico normal es de 5.000 millones de metros cúbicos y la media de consumo ronda los 1.000 millones, en lo que va de año hidrológico (de octubre a septiembre) sólo han entrado en los pantanos entre 70 y 90 millones de metros cúbicos de agua. "Las zonas de Castilla-La Mancha no recibirán este año aguas para riego", dice Antonio Alcaraz, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (con sólo un 26% de sus reservas). Otra de las zonas que no ha recibido precipitaciones invernales es la del Chanza, cuyo pantano almacena líquido para atender al polígono industrial de Huelva y las tierras del litoral dedicadas al cultivo de la rresa. Gracias a la capacidad del Chanza no hay problemas de abastecimiento para las poblaciones a las que sirve.
Es el caso de los pueblos situados en la cola del pantano de la Serena, en particular los de la margen derecha suroriental. Según Alcaraz, la única manera de restituirles el abastecimiento vendrá de la mano del Decreto de la sequía que permitirá la reparación urgente de los canales que sufren pérdidas y la restitución de vertidos a los acuíferos mediante la realización de obras urgentes. "También haremos rogativas", dice Alcaraz bromeando. Entre tanto, las vegas del Guadiana y las Tablas de Daimiel esperan el decreto como única vía legal para poder sobrevivir a la sequía.
En Castilla y León, unas 50 localidades se encuentran en alerta roja como consecuencia de la sequía, que ha ocasionado, según datos de las organizaciones agrarias, unas pérdidas de 100.000 millones.
El Madrid metropolitano -incluida la capital, los grandes pueblos del sur y las urbanizaciones de segundas viviendas desplegadas por la sierra de Guadarrama- se dispone a ser víctima de una ambiciosa campaña de propaganda dirigida desde el Canal de Isabel II para contener el consumo.
Policía del agua
La Comunidad de Madrid ya tiene redactada una Ley de Medidas Excepcionales que prevé la suspensión de riegos en parques y jardines, y la limitación del lavado de coches, trenes, ferrocarriles y autobuses. La ley, en fase de discusión, atribuye poderes de policía al Canal y a las autoridades responsables del Medio Ambiente para imponer sanciones entre 50.000 y cinco millones de pesetas a quienes la conculquen, y autoriza a inspeccionar dentro de las propiedades el cumplimiento de sus normas. El Ayuntamiento de El Escorial se ha adelantado a estas medidas al dictar un bando que restringe el riego de jardines y el llenado de las piscinas en las urbanizaciones de su término. Con todo, el drama del río Tajo no está en sus reservas, que las tiene, aunque sólo al 40% de su capacidad, sino en el compromiso de solidaridad con la cuenca del Segura, a donde trasvasa un mínimo de entre 10 y 15 hectómetros cúbicos mensuales para que no se mueran los frutales de las vegas y se abastezcan Murcia, Elche y Alicante, entre otras poblaciones. En las circunstancias actuales de sequía, esta servidumbre cuenta con la oposición firme de la Junta de Castilla-La Mancha porque afecta a sus propios regadíos y al estado sanitario del propio río Tajo.
La Confederación del Guadalquivir aconsejó en febrero al Ayuntamiento de Sevilla que bombeara agua del Guadalquivir en pequeñas cantidades hasta el pantano de el Gergal para mezclarla con la de los embalses y no fuera perceptible su cambio de sabor. Con sólo un 31% de sus reservas disponibles, el río fluye con un caudal cuatro veces inferior a lo normal, de modo que se ha desembalsado para elevar su caudal ecológico y garantizar la salubridad del agua. La sed de Sevilla se paliará con la conexión de los pantanos de El Carambolo y el Gergal para el suministro de la ciudad y la Expo. Río abajo, la situación se presenta dramática para los arroceros, que si consumían 7.000 hectómetros cúbicos para nutrir sus cosechas, este año disponen de 1.700.
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