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La aprobación de cambios en, la Constitución francesa origina una amplia division en el centro-derecha

Fueron precisas 24 horas consecutivas de sesión, pero al final, en la mañana de ayer, la Asamblea Nacional aprobó por amplia mayoría la reforma de la Constitución francesa exigida por el Tratado de Maastricht. La votación constituyó el primer gran triunfo político M presidente François Mitterrand en muchos meses, y, al mismo tiempo, reveló con crueldad las divisiones de la oposición de centro y derecha. Los diputados de la coalición Uderada por Jacques Chirac y Valéry Giscard d'Estaing se dividieron en tres campos: los partidarios del sí a la reforma, los del no y los que se abstuvieron.

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El voto de los metecos

Francia dio ayer un paso de gigante en el camino hacia la ratificación del tratado de Maastricht. Tras cuatro jornadas de vigoroso debate en la Asamblea y varias semanas de polémica en los medios de comunicación, la mayoría de los diputados apoyó la idea mitterrandista de que Francia, uno de los motores tradicionales de la construcción europea, "debe dar ejemplo" y ratificar con rapidez y sin ambages los acuerdos de Maastricht.

El triunfo del sí fue también el de los que, como el presidente francés, sostienen que Maastricht ancla a Alemania en la Comunidad Europea (CE) y garantiza la seguridad y prosperidad de la mitad occidental del Viejo Continente, aunque sea al precio de renuncias a la soberanía.

Pero la votación de ayer fue también un serio paso atrás para las fuerzas de oposición que aspiran a arrebatar el Gobierno a los socialistas dentro de diez meses, con ocasión de las próximas elecciones legislativas.

La formación liberal Unión para la Democracia Francesa (UDF), que lidera Giscard DEstaing, y la neogaullista Agrupación para la República (RPR), que dirige Jacques Chirac, adoptaron posiciones radicalmente diferentes. Aún más grave fue la disparidad de opiniones registrada en el seno de esta segunda formación política opositora.

Poco antes de las 11 de la mañana, los diputados pasaron a la votación de la reforma propuesta por el Gobierno con el objetivo de adaptar la carta. magna francesa a los acuerdos alcanzados en la cumbre europea de Maastricht el pasado 11 de diciembre en lo relativo a la moneda única, la política común de visados y el voto de los ciudadanos comunitarios en las elecciones locales.

La reforma propuesta por el Gobierno socialista fue aprobada por 398 votos a favor, 77 en contra y 99 abstenciones. Sólo el grupo parlamentario comunista, cuyos miembros votaron como un solo hombre en contra de la reforma, mantuvo la disciplina de partido.

En el resto de las formaciones hubo disidencias. Particularmente espectacular fue lo ocurrido al RPR: 5 de sus miembros votaron a favor de la propuesta gubernamental; 3 1, encabezados por Philippe Séguin, votaron en contra, y 88 siguieron a Chirac: y se abstuvieron.

Con la fórmula de la abstención, Chirac había intentado que no se le escapara de las manos un partido dividido a partes iguales entre amigos y enemigos de Maastricht. El fracaso de la opción defendida por Chirac hacía que su liderazgo en el RPR y la propia unidad del partido estuvieran ayer cogidos por hilos.

Campo del rechazo

El Partido Socialista (PS) apoyó al Gobierno y 263 de sus diputados aprobaron la reforma. En el campo socialista, sólo el ex ministro de Defensa Jean-Pierre Chevénement y 4 de sus seguidores votaron en contra, y eso por las mismas razones que la fracción neogaullista de Séguin. En su opinión, Maastricht marca el principio del fin de la nación francesa.

La única diputada del ultraderechista Frente Nacional, Marie-France Stirbois, se unió al campo del rechazo. La votación puso en evidencia la enorme distancia que, en materia de construcción europea, separa al RPR de la UDF. La gran mayoría de los diputados de la UDF -77 -Votos a favor, 7 en contra y 5, abstenciones-, siguieron a Giscard d'Estaing y no tuvieron el menor problema de conciencia a la hora de mezclar sus votos con los socialistas.

La tentación del referéndum

Francia apenas acaba de comenzar la singladura que debe conducirle a la ratificación del Tratado de Unión Europea, aprobado en Maastricht, pero, por voluntad de Frangois Mitterrand, lo hace a buen ritmo. La reforma constitucional aprobada ayer por la Asamblea Nacional pasó de inmediato a ser examinada por el Senado. En caso de que la cámara alta, donde la oposición es mayoritaria, acepte la reforma en términos idénticos a los de la Asamblea, será la hora de la verdad para Mitterrand.

El presidente francés deberá optar entonces entre la definitiva aprobación de la reforma por referendum popular o por votación de las tres quintas partes de la Asamblea y el Senado reunidos en solemne sesión conjunta. Es probable que escoja la segunda vía y se reserve el referendum para la etapa final de la singladura: la ratificación en sí del tratado de Maastricht. Mitterrand está ahora muy tentado por una consulta popular sobre Europa, convertida también en un plebiscito sobre su figura presidencial. En cualquier caso, todo debe estar terminado antes de las vacaciones de verano.

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