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'La libertad tiene muchas caras; algunas, monstruosas y crueles"

Habla Yevtushenko con apasionamiento, exagerando los gestos, trazando dibujos en el aire con las manos y entornando sus ojos azules. Cercano ya a los 60 años (nació en 1933), viste una chaqueta de patchwork coloreada, camisa roja y pantalones a cuadros."Soy siberiano", dice Yevgueni Yevtushenko, "y me gusta vestir colores llamativos, porque en mi infancia me robaron esos colores. Entonces todo era gris y negro

Denuncia Yevtushenko el abandono por parte de la nueva Rusia de las artes. "Antes nuestras artes, y la poesía entre ellas, estaban muy bien apoyadas por el Estado, aunque también es cierto que éste las controlaba a través de la censura. Ahora, sin embargo, hay una indiferencia completa respecto a las artes. El Estado ha dejado de censurar, pero ignora las artes, y esta indiferencia es una especie de agresión".

Agrega el poeta que la Rusia actual ha caído en una mcdonaldización terrible. "Es tiempo de valorar todas las culturas nacionales, incluso las minoritarias" opina. "Ésa es la auténtica internacionalización. ¿De qué le sirve a un americano ir a Rusia si en vez de asistir al Bolshoi va a un music-hall igual que los que puede ver en su país y se come un big mac?".

"La estandarización de la cultura" sentencia el poeta, "es una conspiración internacional de la vulgaridad triunfante contra el espíritu humano, contra la finesse'

Bandera roja de sangre

Señala Yevgueni Yevtushenko que piensa escribir pronto un Réquiem por la bandera roja, un poema que no será un lamento, aunque tampoco un canto de liberación."No puedo ser un traidor a mi vida" explica. "Bajo la bandera roja hubo crímenes y se vertió sangre inocente, pero esta bandera simboliza también para mí muchas esperanzas del pueblo ruso y la victoria sobre el fascismo. Son sentimientos muy complejos

"Nunca fui miembro del partido", agrega, "y siempre he luchado contra el comunismo dogmático, pero me parece que este comunismo produjo otro monstruo, el anticomunismo agresivo".

Al recordar su primer viaje a España, en 1966, tiene, interés Yevtushenko en explicar una anécdota con el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne.

"Cuando llegué" cuenta Yevtushenko, "me colocaron como acompañantes a dos espías del ministerio que escribían poesía. Un día bebimos y ellos empezaron a recitar sus poemas. Eran terribles, un aburrimiento rimado... Fui a ver a Fraga y le dije: Por favor, póngame un espía profesional, pero que no escriba poesías". Afortunadamente, me hizo caso y me cambió a los dos espías poetas por un profesional al que despistaba en todas las ciudades".

Otra anécdota de este lejano viaje a España tuvo por escenario Barcelona. Yevtushenko pretendía dar un recital de poemas en alguna ciudad española, pero las autoridades franquistas no lo veían con buenos ojos.

Manuel Fraga, finalmente, fue quien dio con la solución: "Vaya usted a Barcelona, que es una ciudad más libre", le dijo. "Yo no le puedo autorizar un recital, pero puedo cerrar los ojos". Días después, Yevtushenko daba un recital clandestino en la iglesia de los capuchinos. "'Tenía que contarlo" remata Ycvtushenko con una sonrisa, "aunque sé que los liberales españoles van a rabiar cuando lo lean".

Hoy, 16 años después de aquel primer recital, Ycvgueni Yevtushenko volverá a ser protagonista, como invitado especial, en el Festival de Poesía Catalana de los renovados Juegos Florales.

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