Inquisición, circo y una tortura auditiva

Yo lo hubiera confesado todo, con tal de que parese el ruido, llamado música: dentro de la admiración por lo perfecto de su reproducción mecánica.Es lo más violento de este nuevo espectáculo de La Fura dels Baus, que no me parece tan atractivo como los anteriores: quizá por la repetición de algunos elementos, o por el empeño de darle demasiada letra, que desde luego es incomprensible; o por una mayor perfección mecánica, que hacen que la protagonista sea la ingeniería más que los actores.

Dicen ellos en el programa que rehúyen ahora, hasta cierto punto, "su carácter vanguardista": quizá sea en eso donde encuentro alguna debilidad. Creen, sigo por sus declaraciones, que "el final es sólo el principió" y que, a partir de ahora, empiezan una nueva etapa "en la que han sabido destilar lo mejor de su poesía al servicio de unas ideas y unos temas que afectan directamente a todos"; por ejemplo, una nueva manera de mostrar "la relación del hombre con la máquina", y también "LA MUJER", que ellos escriben en versales, que antes no estaba en su espectáculo.

Nostalgia

No creo que hayan sabido destilarlo: ni creo que el esquema del espectáculo que escriben sea algo más que una hipótesis de trabajo que han hecho ellos mismos. Lo que veo son derviches, chicas que nacen desnudas de entre un supuesto líquido amniótico, gorilas, acróbatas; y parte del antiguo sadomasoquismo en las correas de cuero, las flagelaciones.Un poco de circo, un poco de Inquisición y una tortura auditiva. Como provocación, es algo: pero antes eran más audaces. O yo me he vuelto más tradicional: tengo nostalgia de la antigua Fura.