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La crisis de Los Angeles se convierte en debate político y amenaza con centrar la campaña electoral

Antonio Caño

A medida que se normaliza la situación en Los Ángeles, los disturbios raciales empiezan a convertirse en un tema de debate político, con los principales candidatos presidenciales aprovechando la oportunidad para posar junto a las víctimas de la tragedia e insertar ésta plenamente en su campaña electoral. El candidato demócrata Bill Clinton se reunió ayer en esta ciudad, la segunda de Estados Unidos, con líderes negros, hispanos y coreanos, y el presidente George Bush tiene anunciada su llegada el próximo jueves, aunque, según la Casa Blanca, era una visita que estaba prevista desde hacía tiempo.

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Bill Clinton dijo venir a Los Ángeles para conversar con los líderes de la distintas comunidades con objeto de buscar una solución "a esta crisis, que realmente constituye un cambio crucial no sólo para la ciudad de Los Ángeles sino para todo Estados Unidos".La visita de Clinton ha sido criticada por los responsables de la campaña de Bush, que acusaron al candidato demócrata de utilizar con fines electorales el dolor de una sociedad conmocionada. Bush, sin embargo, tiene previsto también recorrer personalmente los barrios más afectados por la revuelta de la pasada semana y estudiar con los dirigentes locales los medios para conseguir una rápida recuperación.

El presidente y su esposa, Barbara, acudieron el domingo en su residencia de descanso en Camp David a una ceremonia religiosa para rezar por los afectados por la violencia en California. Posteriormente, de regreso a Washington, se reunió el domingo y ayer con miembros de su Gabinete para estudiar medidas que atenúen los desequilibrios sociales, económicos y culturales en las grandes ciudades norteamericanas.

Aumento de la pobreza

Otros dos políticos han querido también hacerse oír en relación con esta crisis: el candidato demócrata Jerry Brown, para advertir que el aumento de la pobreza provocará más revueltas en todo el país, y el probable candidato independiente Ross Perot, quien dijo que el presidente Bush debería haber ordenado un proceso fedaral contra los cuatro policías que apalearon a Rodney King tan pronto como escuchó el veredicto del jurado.

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Entre las actividades de Bush en Los Ángeles está previsto un encuentro con la comisión especial creada por el Ayuntamiento, y presidida por el organizador de, los Juegos Olímpicos de 1984, Peter Ueberroth, para estudiar la forma en que Se pueden canalizar las ayudas federales a quienes sufrieron pérdidas en los disturbios. La ciudad fue declarada el sábado zona catastrófica. Los líderes negros de Los Ángeles piensan pendir al presidente que facilite a las minorías el acceso a la educación, el trabajo y la vivienda.

Los últimos cálculos de las autoridades de Los Ángeles indican que las compañías de seguros tendrán que pagar a sus clientes en esta ciudad una suma aproximada de mil millones de dólares (105.000 millones de pesetas). El último balance de los sucesos muestra unos daños de más de 700 millones de dólares provocados por casi 6.500 incendios. El número de heridos so brepasa los 2.300, de ellos 226 en condiciones graves, y el de muertos alcanza los 58.

La última víctima mortal, un joven identificado como latino, cayó en la noche del domingo a manos de los soldados de la Guardia Nacional, que, por primera vez desde que ocupan las calles, tuvieron que hacer uso de sus armas contra el conductor de un vehículo que desatendió las órdenes de alto. Otro de los muertos el domingo fue una anciana de más de 80 años que sufrió un infarto cuando la pasada semana estalló la violencia en su vecindario.

Entre los cadáveres sobre los que se ha facilitado información oficial, 15 son negros, 14 hispanos, nueve blancos y dos asiáticos. Según las informaciones oficiales del forense, sólo ocho de las víctimas fallecieron como consecuencia de las balas disparadas por las fuerzas del orden, el resto murieron por la acción de los manifestantes.

Fuentes del Ayuntamiento citadas por el diario Los Angeles Times afirman que las tropas, tanto de la Guardia Nacional como de los Marines y otras fuerzas federales, podrían empezar a ser retiradas mañana, pero el propio alcalde, Tom Bradley, no ha querido anticipar ningun fecha. "Si los necesitamos semanas, se quedarán aquí semanas", dijo Bradley, que anunció, al mismo tiempo, el levantamiento del toque de queda desde la noche de ayer. Bradley dijo con satisfacción a sus ciudadanos que podían nuevamente salir "de copas" por la noche. En los disturbios de Detroit en 1967, los peores hasta que ocurrieron los de Los Ángeles, las tropas de la Guardia Nacional permanecieron en la ciudad cuatro días; aquí llevan ya cinco.

Los colegios también abrieron ayer por primera vez sus puertas.

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