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VIOLENCIA RACIAL EN EE UU

Una impresionante demostración de fuerza devuelve la calma a las calles de Los Ángeles

Antonio Caño

La impresionante demostración de fuerza desplegada en las calles de Los Ángeles y el llamamiento a la calma hecho por Rodney King, la víctima del caso de brutalidad policial que desencadenó esta crisis, devolvieron ayer la paz a esta ciudad californiana, muchas de cuyas calles son hoy una réplica casi exacta de la situación en que se encontraba Panamá tras la invasión norteamericana en diciembre de 1989.

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En la noche del viernes se registraron, sin embargo, algunos actos de violencia aislados que elevaron el número de muertos a 44 y convirtieron estos sucesos en los más destructivos desde el punto de vista económico de toda la historia de Estados Unidos.Soldados de la Guardia Nacional apostados en las esquinas más conflictivas, parapetados tras los automóviles volcados y protegidos por los muros incendiados de los edificios del sur de la ciudad fueron ayer la imagen más común en esta enorme urbe. Más de 6.000 elementos dé esa fuerza militar, armados con fusiles automáticos y vestidos con uniforme de combate, participan en la labor de auxilio de las unidades de policía, que suman cerca de 10.000 efectivos: 5.000 de la policía de Los Ángeles, 1.390 miembros de la Policía del Sherif del Condado, 2.300 efectivos de las Patrullas de Tráfico y un millar de policías federales.

A pocos kilómetros del centro de Los Angeles, 1.500 marines y otros 3.000 soldados del Ejército regular esperan órdenes para sumarse a las fuerzas que vigilan la ciudad. Es posible que no sea necesaria la intervención directa de los marines, pero los residentes de algunas áreas de Los Ángeles se quejan de que, cuando los soldados de la Guardia Nacional dejan ciertas calles, vuelven a ellas los saqueadores y los delincuentes. "Aquí no nos pueden dejar únicamente protegidos por la policía. Las bandas están esperando la oportunidad para volver a atacar`, afirmaba la dueña de una tienda de alimentación en la avenida Martin Luther King.

Desconfiado de la calma que se ha impuesto a estas horas, el alcalde de Los Ángeles, Tom Bradley, declaró: "Yo no me voy a relajar. Yo no creo que todo se haya acabado. Lo que hemos hecho ha sido, mediante esta gran muestra de fuerza, dejar claro a la población que estamos decididos a mantener el control".

Todavía bajo toque de queda y estado de emergencia -la Guardia Nacional llegó a recorrer una por una las tiendas, las cafeterías y los restaurantes para asegurarse que cerraban antes de las cuatro de la tarde-, durante la noche del viernes se registraron, algunos enfrentamientos.

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Una patrulla de policía fue emboscada por la tarde en una calle del sur de Los Ángeles por un grupo de negros armados con pistolas. Los agentes abrieron fuego y mataron a uno de los atacantes. El propietario blanco de una tienda en la zona central murió por la noche al tratar de proteger su propiedad.

La policía ha informado de que la mayoría de los muertos desde que los sucesos se iniciaron, el pasado miércoles, son hombres negros y latinos entre los 18 y los 40 años. 11 de los muertos lo han sido a manos de las fuerzas de seguridad.

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