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Los guardias civiles sobornados cobraban de 5 a 20 millones por dejar pasar cargas de hachís

Jaime González García, el manco de Bellavista (barriada de Sevilla), detenido semanas atrás, es el presunto responsable en España y financiero de la red de narcotráfico de la Mafia que ha sobornado a miembros de la Guardia Civil en distintos puntos de Andalucía para facilitar el traslado de hachís hacia Holanda, según fuentes de la investigación que lleva a cabo la Audiencia Nacional y la Fiscalía Antidroga. Los sobornos a los funcionarios presuntamente corruptos oscilaban entre cinco y 20 millones de pesetas por cada alijo que dejaban pasar [un guardia gana 1,6 millones al año], según las mismas fuentes. Los funcionarios contaminados por el dinero de esta red se hallan no sólo en Cádiz, sino también en Huelva, Málaga y Jaén.

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El juzgado número uno de la Audiencia Nacional, cuyo titular es Carlos Bueren, y el fiscal antidroga adscrito al mismo, José Antonio del Cerro, y una unidad anticorrupción del instituto armado siguen profundizando en las ramificaciones de esta poderosa trama de narcotráfico. Dado lo delicado de la investigación el sumario llevaba declarado secreto dos meses, aunque las pesquisas se iniciaron antes.La interceptación de alijos de hachís meses atrás en Andalucía sacó a la luz, a partir de las declaraciones de los detenidos, la existencia de una poderosa red de tráfico de hachís controlada por la Mafia que seguía el siguiente método de trabajo: trailers procedentes de Holanda, atravesaban España, cruzaban el estrecho de Gibraltar y eran aparcados en distintos lugares de Marruecos. Los conductores abandonaban los vehículos y se ausentaban durante un tiempo convenido. Transcurrido el lapso pactado, regresaban a los camiones, que ya habían sido cargados con hachís en un punto desconocido de Marruecos. De este modo se garantizaba que, en caso de ser detenido, el conductor nunca podría revelar el lugar de aprovisionamiento.

La fluidez con que se producían tales entregas llevan a sospechar sobre la probable connivencia de funcionarios y autoridades marroquíes, según fuentes de la investigación.

Transporte con 'trailers'

Finalmente, la carga salía de Marruecos con destino a distintos puertos andaluces. Para garantizar que ningún puntilloso agente español obstaculizara el traslado a través de la Península de tan valiosas cargas, habitualmente ocultas en trailers que aparentemente sólo transportaban productos congelados, la red de la Mafia se encargó de comprar la complicidad de guardias civiles. Algunos de ellos tenían grado de oficial y estaban destacados en distintas localidades andaluzas situadas en las provincias de Málaga, Jaén, Huelva y Cádiz.

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Los sobornos corrían a cargo del supuesto financiero del grupo, el manco de Bellavista. Los pagos por mirar a otro lado cuando transitaba bajo su demarcación un trailer con hachís oscilaba entre los cinco y los veinte millones de pesetas.

Ello supone conseguir en un minuto, en el caso de un teniente, el salario de un año multiplicado entre dos y casi ocho veces. No es dinero lo que le falta a esta organización que, según fuentes de la investigación, está financiada y dirigida por la Mafia. Este hecho ha añadido una seria dificultad a la investigación: los arrepentidos surgidos entre la quincena de los ya detenidos temen que sus declaraciones puedan costarle tarde o temprano la vida en una vendetta de la Mafia.

De los tres guardias civiles ya detenidos, ayer trascendió la identidad del segundo de ellos. Se trata de Santiago Carnerero del Pozo, guardia retirado, que presuntamente hizo de enlace entre el teniente del cuerpo Andrés Palomino Guerrrero, ex jefe de línea en el Puerto de Santa María, y el presunto cerebro y tesorero, el manco de Bellavista. Este teniente, ya preso, recibió ocho millones de pesetas por dejar pasar un alijo de hachís, servicio por el que obtuvo el triple de su nómina anual, según fuentes de la investigación. El tercer detenido es presuntamente un subordinado de dicho oficial.

Esta organización también posee ramificaciones en Sevilla y Madrid. La investigación se pretende que avance paso a paso para acumular pruebas contra cada uno de los próximos inculpados. "Queremos ir acumulando testimonios para no ir contra un sospechoso con sólo una acusación". Frente al optimismo de quienes dan por descontado que los funcionarios presuntamente corruptos y demás miembros de la red van a ir aflorando ineludiblemente como racimo de cerezas, otros participantes en la investigación temen que la difusión dada al caso dificulte o imposibilite obtener nuevas pruebas. Entre los signos de abundancia de la organización se halla la lujosa residencia sevillana del manco de Bellavista; se sospecha que la organización podía haber blanqueado parte de sus ganancias.

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