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Gaddafi se entrevista con Mubarak en Egipto para tratar el 'caso Lockerbie'

JUAN CARLOS GUMUCIO, El líder libio, Muammar el Gaddafi, en un espectacular intento por demostrar que no es imposible romper el aislamiento impuesto por las sanciones de las Naciones Unidas, viajó ayer por tierra a Egipto para una reunión cumbre con el presidente Hosni Mubarak. Fiel a su estilo, el coronel lo hizo en un Rolls Royce, blanco escoltado por un convoy de 70 vehículos. En El Cairo, un diplomático árabe describió el viaje con una escueta frase: "Gaddafi ha reinventado la rueda para demostrar que todavía tiene amigos".

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Gaddafi y Mubarak conversaron largamente en privado a la sombra de una tienda de campaña erigida al efecto no lejos de la remota base militar de Sidi Barrani, un minúsculo punto en el norte egipcio sin más referencias históricas que las batallas que allí libraron fuerzas aliadas contra los alemanes en la II Guerra Mundial.Horas después del encuentro no se sabía con exactitud si Gaddafi presentó nuevas ideas para superar la crisis, o si el viaje -y el recibimiento con honores- apuntaban más bien a ilustrar la proximidad de Egipto hacia las declaradas intenciones libias de hallar una solución política.

Sin embargo, el presidente Mubarak declaró, al finalizar la entrevista, que "hay un rayo de esperanza" en la solución de la crisis, aunque añadió que el tema necesita ser estudiado más ampliamente. El líder egipcio agregó que la reunión de ayer era continuación de las conversaciones mantenidas en Libia con Gaddafi.

- En varias capitales árabes, el viaje de Gaddafi fue visto como un nuevo recurso libio para lograr mayor protagonismo de la Liga Árabe en la búsqueda de una salida sin vencidos ni vencedores. Como sede de la Liga y aliado estratégico de Washington, El Cairo ha estado tratando de impedir que las sanciones se conviertan en una complicación adicional en las cada vez más delicadas relaciones entre el mundo árabe y Occidente.

Las sanciones entraron en -vigor hace una semana, tras el tenaz rechazo de Trípoli a demandas norteamericanas y británicas para entregar a dos libios sospechosos de estar involucrados en el atentado contra un Jumbo Jet de la Pan Am que estalló sobre Lockerbie, Escocia, en 1988, matando a 270 personas.

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Sanciones

Aparte de cortar todo vínculo aéreo internacional con Libia, las sanciones incluyen rígidos cortes diplomáticos con Trípoli y la suspensión de todo tipo de cooperación militar.

De hecho, la entrevista de ayer colocó a Mubarak nuevamente en el papel de abogado de ambos lados. El mandatario de Egipto, país que fue uno de los primeros en aplicar las sanciones, reiteró ante el Parlamento, la semana pasada, que su Gobierno no cejará en su empeño por hallar una solución política y, en oblicua advertencia a Libia, dijo que las sanciones podrían endurecerse.

Ayer existían dudas de que el dirigente libio, que se resiste a entregar a los sospechosos a investigadores de Estados Unidos o del Reino Unido, ha propuesto una nueva fórmula a Mubarak. El ministro de Justicia de Libia, Ibrahim el Bakkar, reiteró el domingo pasado en El Cairo que cualquier paso en esa dirección violaría la legislación de su país.

Gaddafi, ha dicho que los sospechosos son libres de entregarse voluntariamente a EE UU o al Reino Unido. Pero en un país donde el Gobierno del coronel marca el paso de absolutamente todas las actividades, semejante actitud sin aprobación oficial resulta impensable.

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