La guerrilla musulmana formará Gobierno en Kabul, dice el enviado de la ONU
El enviado especial de las Naciones Unidas en Afganistán, Benon Sevan, dijo anoche que considera posible que la guerrilla musulmana afgana (muyahidin) forme el próximo Gobierno de Kabul. Sevan pidió a las partes en lucha, en el curso de una conferencia de prensa, que silencien las armas y mantengan sus actuales posiciones.
Las declaraciones del representante de la ONU han sido las primeras desde que el jueves pasado llegó en secreto a la capital afgana tras el intento de huida del derrocado presidente Mohamed Najibulá. El actual Gobierno de Kabul ha acordado con la ONU que se le permita abandonar el país, según fuentes oficiales.En Nueva Delhi, la capital de la India, fuentes oficiales dijeron que estaban hechos los preparativos para recibir anoche a Najibulá. Esta madrugada se desconocía si el ex presidente había abandonado por fin Afganistán con destino a ese país.
Benon Sevan incrementa estos días sus contactos entre representantes del caótico poder que aún se mantiene en Kabul y los líderes de la guerrilla musulmana con el fin de evitar un asalto final que termine en un baño de sangre.
Gulbudin Hekmatiar, líder del más radical de los grupos islámicos guerrilleros, Hezbi Islami, ha dado al régimen de Kabul un plazo que concluye el día 26 para que capitule sin condiciones. La advertencia fue bombardeada ayer en el interior de proyectiles de mortero que cayeron sobre la capital afgana, cuya caída o rendición, con toda seguridad, significaría el fin de una guerra que ha durado 14 años y se ha cobrado centenares de miles de vidas. En el mensaje se pide a los kabuleños que permanezcan en sus domicilios y exhiban banderas verdes del islam en sus ventanas si se produce el ataque final.
Evitar la matanza
Las fuerzas de Hekmatiar se concentran al sur de la capital, mientras que las de su rival Ahmed Sha Masud, el principal jefe militar de Jamiat Islami, con fama de moderado, dispone el grueso de sus fuerzas al norte de la ciudad. Desde allí ha forjado en los últimos días sólidas alianzas con jefes militares desertores del Ejército gubernamental e incluso un pacto con el régimen para evitar la matanza.En el terreno militar, ayer era todavía imposible determinar con exactitud si Jalalabad, una importante ciudad del sureste del país, escenario en años pasados de sangrientas batallas, se rindió el pasado domingo, sin oponer resistencia, a la guerrilla islámica. A la reivindicación de ésta en tal sentido, reiterada ayer, se ha opuesto el desmentido de Kabul, que, en una clara medida de reconciliación, ha ordenado la liberación de centenares de prisioneros políticos.
En cualquier caso, el conflicto es ahora más político que militar, ya que nadie apuesta por la supervivencia de un régimen que fue prosoviético y ahora es apenas un equipo de gestores de la derrota. Estos días, diversas capitales provinciales caen en manos de la guerrilla, como fruta madura, y sin combates.
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