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Seis días de ayuno la paz en Gernika

La huelga de hambre de los pacifistas andaluces contra la violencia terrorista termina el sábado

Después de cuatro días sin probar bocado, la veintena de pacifistas andaluces que iniciaron el lunes en Gernika una huelga de hambre por la paz y la solidaridad entre Andalucía y el País Vasco apenas se movían el Jueves de los sillones de la Casa de Juntas. No soltaban de la mano las botellas de agua mineral que distrae sus estómagos, mientras los seis niños que les han acompañado, los únicos que han podidio disfrutar de las delicias de la cocina local, correteaban por los salones. A mediodía se animó la mañana lluviosa con más actos simbólicos: los huelguistas arrojaron unos puñados de tierra del valle del Guadalquivir alrededor del árbol de Gernika, entre vivas a Euskadi y Andalucía.Su estancia en Gernika les ha permitido conocer los extremos de la sociedad vasca en versión original. Han recibido abrazos y muestras de simpatía de los vecinos, la solidaridad de los políticos de distintos colores y el agradecimiento de los partidarios de la no violencia, pero también han soportado las descalificaciones y algún que otro insulto de quienes rechazan su gesto.

Entre ellos hay estudiantes, parados, profesores de Universidad, pensionistas y gente del campo. José Carlos, por ejemplo, cumplirá 27 años el sábado, justo el día que finaliza el ayuno. La primera huelga de hambre de este gaditano, licenciado en filología y con pocas esperanzas de encontrar empleo, ha resultado más positiva de lo esperado. "Es como estar en la sala de tu casa; vienen visitas, charlamos. Me voy convencido de que estos gestos son importantes". Manuel Cintado, un pensionista jerezano de 70 años, es el huelguista demás edad. La menuda figura de Cintado, envuelta en el abrigo Y con el nudo de la corbata bien ajustado, resiste los días de hambre entre alegre y emocionado por el interés que despierta su gesto, aunque ayer se permitió el desliz de tomar un buen vaso de leche y un cafelete caliente a la hora del desayuno en el hogar del jubilado de Gernika.

"Estoy bien porque estoy rodeado de amigos", dice, "pero por si acaso se resiente la salud he traído los papeles de la Seguridad Social". Es militante del Partido Andalucista -corriente Pacheco-, partidario de un Estado federal y enamorado de la figura de Blas Infante. De vuelta a casa se llevará unas postales y el convencimiento de que. su gesto sirve para acercar a las gentes del País Vasco y Andalucía. "Por eso me he echado mil kilómetros a la espalda".

Las ojeras son la única señal que el hambre ha dejado en el rostro de Francisco Garrido, el portavoz de los pacifistas andaluces, que luce un saludable bronceado. "La clave de la huelga de hambre es moral", explica. "Cuando los partidarios de la no violencia eligen el ayuno, basan su protesta en la fuerza moral de una acción que sólo tiene efectos negativos para quien asume la responsabilidad de hacerlo".

Y entre tantas declaraciones, visitas oficiales y actos protocolarios, el buen humor de Garrido le permite desvelar las ventajas de la huelga de hambre. "Cinco días de ayuno son buepos para el cuerpo. El estómago te pide comida, pero pasar un poco de hambre es un magnífico ejercicio de depuración de toxinas".

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