Coche bomba en El Callao

Los argumentos para justificar su golpe de Estado, el lenguaje y la gesticulación en sus discursos hacen que el presidente de hecho de Perú, Alberto Fujimori, se asemeje cada día más a la imagen clásica de un dictador que busca la aclamación popular. El fujigolpe no ha supuesto un freno para la actividad de la organización guerrillera maoísta Sendero Luminoso, que continúa implacable su lucha terrorista. El domingo un coche bomba voló una comisaría en un barrio de la ciudad portuaria de El Callao, al lado de Lima. La explosión mató a cuatro policías, hirió a 20 personas y dejó restos humanos esparcidos por la zona además de 30 edificios dañados.El atentado de El Callao culmina una semana sangrienta en la que los senderistas atentaron contra tres comisarías de policía, asesinaron a un diputado, cuatro miembros de las Fuerzas Armadas y un ejecutivo de una empresa farmacéutica.

Los argumentos, lenguaje y gestos de Fujimori le convierten por momentos en un personaje arquetípico del dictador. En dos largas entrevistas la noche del domingo en televisión, los argumentos de Fujimori para justificar el golpe se parecen cada vez más a los de toda dictadura que se precie.

Según Fujimori, su intervención contra el poder legislativo y judicial tiene legitimidad porque está "apoyada por el pueblo" y no por la falsa legalidad. Añadió Fujimori que el pueblo y las Fuerzas Armadas son los pilares de su gobierno de emergencia y reconstrucción nacional.

Asegura Fujimori, y lo confirman los sondeos, que cuenta con el apoyo masivo del pueblo, que estimó en un 95%. Diferentes encuestas dan a Fujimori un apoyo que supera el 80%.

A la pregunta de si dimitirá el día en que esa opinión pública se vuelva en su contra, Fujimori replicó que eso no puede ocurrir: "Yo soy un político y actúo según lo que opina la gente. Recojo la opinión y las aspiraciones del pueblo".