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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ni comedia ni 'western'

La comedia de yuppies parece ser el nuevo invento del cine norteamericano, pero a pesar de las elevadas cifras de recaudación conseguidas por algunas en Estados Unidos, las muestras que van llegando no parece que vayan a suponer una revitalización del género, sino todo lo contrario.Una representativa muestra de este nuevo subgénero es Cowboys de ciudad, que narra cómo tres amigos al borde de la cuarentena solucionan todos sus problemas y encuentran la esencia de la vida yéndose quince días de vacaciones a trasladar una manada de ganado desde Nuevo México hasta Colorado.

El resultado es una aburrida mezcolanza de comedia y western que demuestra lo bajo que han caído estos en tiempos grandes géneros del cine norteamericano. Plagada de tópicos y de ternurismo, todo suena a falso, salvo la interpretación del veterano Jack Palance, que justamente le ha valido conseguir el Oscar para el actor masculino secundario, aunque luego se haga un torpe aprovechamiento de su personaje.

Cowboys de ciudad

Dirección: Ron Underwood. Estados Unidos, 1991. Intérpretes: Billy Crystal, Bruno Kirby, Daniel Stern, Jack Palance. Estreno: Multicines Villalba, Minicines Olympo, Lope de Vega, Benlliure, Novedades, Aluche, Alcalá Multicines, Las Rozas Multicines, Lumiére (v./o.).

Dirigida como si fuese un telefilme por el casi debutante Ron Underwood, que anteriormente sólo ha realizado la olvidada historia fantástica Temblores (1990), el verdadero impulsor del proyecto es el actor Billy Crystal, que no sólo es el protagonista, sino el autor de la idea original y el productor ejecutivo.

A pesar de su excesiva interpretación, como queda muy claro en las escenas que comparte con el siempre sobrio Jack Palance, el enorme éxito en Estados Unidos de Cowboys de ciudad parece haber lanzado a Billy Crystal -rostro familiar después de su presentación de la reciente gala de los Oscar- ya no sólo como actor y productor, sino incluso como director.

Lo que sólo puede hacer esperar películas tan falsas, ternuristas y moralizantes como ésta, que parece financiada por una agencia de viajes y cuya moraleja es que si tienes algún problema la forma de arreglarlo no es enfrentarte a él, sino irte a Pamplona a correr en los encierros de San Fermín, conducir una manada de ganado por el viejo Oeste o deslizarte por las heladas planicies del polo norte en un trineo tirado por perros.

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