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Los usuarios de la EMT no terminan de creerse que los autobuses funcionan con normalidad

Javier Casqueiro

"¡Qué sólo está el hotel!". Este lamento de un conductor fue pronunciado ayer en una de las cocheras de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) que estuvieron muy concurridas hasta el miércoles, cuando se anuló la huelga. El recinto estaba vacío de piquetes y casi de autobuses. Los usuarios no suspiran, pero casi no se creen la vuelta a la normalidad. En las paradas el tono de los usuarios es de súplica: "La decisión de anular los paros es fenomenal, pero que sea definitiva". Otros son más tajantes: "Éstos [los trabajadores] son unos sinvergüenzas y habría que echarlos a todos".

Los trabajadores enviaron ayer un escrito a la empresa en el que notifican oficialmente que la huelga de la EMT, que ha durado 66 días, 46 de paros, ha terminado absolutamente.El talante del escrito es un punto orgulloso: "El comité de huelga de la Plataforma Sindical de la EMT y a propuesta de la asamblea de trabajadores tiene a bien desconvocar la huelga... ". El comité especifica que estos paros, entre los más largos en el sector del transporte en España y desde luego en Madrid, estaban fijados en principio desde el 3 de febrero hasta el 29 de mayo.

La dirección, por tanto, no acepta el término "tregua" empleado por los portavoces de la Plataforma en la asamblea y menos cuando se añade que si no les convence el fallo del magistrado que está juzgando a los 27 despedidos por organizar el paro ilegal del 15 de enero continuará la lucha. El director gerente, Tomás Burgaleta, se reserva ahora la elección del momento más idóneo para convocar a los representantes de los trabajadores para negociar el convenio.

Burgaleta consideró satisfactoria, en declaraciones a la agencia Europa Press, la decisión de los trabajadores, pero lamentó que se haya producido "tan tarde, después de 45 días de tortura para los derechos de los usuarios".

"Lo más urgente ahora es la completa normalización del servicio y el restablecimiento absoluto de un clima de serenidad y de relaciones interpersonales", manifestó. Este directivo admitió que en el transcurso de la negociación "puede tener encaje" la readmisión de los 25 despedidos por organizar actos violentos los primeros días del actual conflicto.

"Me parece estupendo que se anulen los paros pero si es una decisión definitiva". Esta opinión, expresada ayer en la plaza de Cibeles por Marisa a la puerta de un autobús de la línea 34, se repitió en otros lugares. A Ascensión Caballero, ante un 174, le resulta obvio que la anulación de los paros es "fenomenal" pero no se pronuncia sobre si los despidos que la provocaron fueron justos.

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Un grupo de ocho jubiladas fue menos comprensivo: "Esta gente no piensa en los obreros, en los trabajadores, que siempre somos los únicos perjudicados. Con estos paros es que no podíamos ir al médico". Dos funcionarías del Insalud, en la calle de Alcalá, culparon a los conductores de haber llegado tarde a trabajar: "Menos mal que tenemos código especial para justificar los retrasos por las huelgas de transportes".

Un ciudadano, enfadado porque llevaba esperando 20 minutos en la parada, le espetó a Sergio, conductor de la línea 61, nada más montarse al autobús: "Tenían que echaros a todos y quitar los autobuses". Sergio luego se desquitó: "Los viajeros son unos salvajes, protestan a la mínima y todo porque me retrasé un poco. Somos más valientes que los toreros".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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