El golpe de Fujimori
El golpe de Estado del presidente peruano, Alberto Fujimori, se produjo estando yo fuera de Madrid. En mi contestador automático encontré, y sigo escuchando, muchas llamadas de revistas, diarios y canales de televisión. Lo que siempre se me pide es un artículo de análisis de un hecho que, me consta, está lejos aún de haber terminado y de poder ser analizado con seriedad y rigor. La propia agencia Efe, cuya llamada sí respondí, pues para ella trabajo, ha entendido perfectamente bien las razones por las que es imposible analizar un acontecimiento tan desafortunado como no terminado. Yo estaba, en efecto, reuniendo el material para hacer, en junio, un artículo sobre los dos primeros años de la gestión de Alberto Fujimori. Todo aquello ha ido a dar al traste ahora y debo empezar a documentarme nuevamente, en un momento en que debo abandonar Madrid otra vez muy pronto.Lamento mucho que mi admirado y leído Gustavo Gorriti, senderólogo importante y riguroso ensayista, haya sido detenido. Pero estoy seguro que esta detención será muy breve, y se debe no a que sea corresponsal de un diario extranjero, sino a que, por sus investigaciones para un segundo volumen de su obra sobre Sendero Luminoso, debe poseer un material muy valioso que los miembros de nuestro Ejército, con el tacto que les caracteriza en estas circunstancias, quieren conocer a fondo. Sólo puedo decirte que he hablado con mi cuñado, director de la revista Oiga, muy conocida por su apoyo a la candidatura de Mario Vargas Llosa y, posteriormente, por su permanente oposición a la gestión del presidente Fujimori. Tras haber tenido un violento careo con algunos militares, que se le presentaron en la redacción de Oiga, pudo regresar tranquilamente a su casa y anda ahora en compás de espera.
Por supuesto que suscribo las declaraciones de mi compatriota y amigo Mario Vargas Llosa. Lo que no entiendo realmente es por qué a él, que es además de escritor político, no se le pide ese artículo de análisis que por todos lados se me pide a mí. Yo creo que las cosas, en una circunstancia tan grave como ésta, deberían ser más bien al revés, aunque de forma muy personal lamentaría que estos tristes acontecimientos obligaran a ese excelente escritor a lanzarse precipitadamente a las movedizas arenas de la política activa peruana. En fin, éste es un problema que atañe a su conciencia y a su muy personal sentido de lo que es la conciencia cívica de un intelectual.
Yo, por mi parte, estaba contra el golpe desde antes que éste se produjera. Y me explico: estaba contra esa política neoliberal que está matando de hambre a una buena parte de los peruanos, mientras pauperiza a otros. ¿Libertad total de mercado allí donde la mayor parte de la población no tiene nada que comprar ni que vender y cuando en los propios EE UU, que tan ejemplarmente pretendemos imitar, las cosas económicas andan de tal manera que todo parece predecir un rápido retorno al keynesianismo? Sólo Pinochet en Chile, de la trágica forma en que todos conocemos, logró explicar con éxito la política neoliberal. Para hacerlo en Perú, Mario Vargas Llosa había pedido "un amplio mandato o un amplio consenso", pero disponía de un plan de emergencia social que en algo paliara el terrible costo social de esa política. El plan de emergencia social improvisado por Fujimori no funcionó; el amplio consenso político con que hasta hace muy poco el sufrido pueblo peruano apoyó su gestión (64% a favor, hasta principios de año) empezó a caer vertiginosamente, y nuestros mediocres empresarios, acostumbrados desde siempre a acompañar a todo gobernante (constitucional o anti-
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constitucional) en los primeros meses o años de su gestión, según el favor del viento, habían empezado a descubrir que no eran tan neoliberales como parecía habérseles enseñado. Conclusión: éste es un golpe hecho en nombre del neoliberalismo a ultranza y a trancas y barrancas por un pragmático ingeniero que sabe muy bien que el pueblo peruano sabe que el poder judicial está totalmente corrompido, donde parece que las únicas víctimas (aparte de la democracia sin justicia social, por supuesto) son aquellos apristas que nuestra derecha (una burguesía que, históricamente, abandonó toda labor intelectual y delegó todas sus responsabilidades políticas para disfrutar tan sólo del poder económico) tan torpemente pretendió condenar por unas inmoralidades que saltan a la vista, no de los jueces, sino del hombre común y corriente (así de paradójico), y donde el Parlamento, por cierto muy despreciado por el autoritario presidente Fujimori, deseaba, entre otras gollerías, atribuirse un salario de por vida ante un pueblo que vive entre la vida y la muerte por hambre o por terror militar o senderista. Esto explicaría (subrayo el verbo en condicional) que en un primer momento las encuestas revelan que el 80% de la población peruana apoye la muy antidemocrática medida de un presidente que fácilmente puede hablar ahora de plebiscito, nuevas elecciones, etcétera, y que, por decir lo menos, debe tener encantado al Fondo Monetario Internacional (FMI).
En fin, todo un nuevo contexto que me siento totalmente incapaz de analizar en las 24 sensacionalistas horas que se me otorgan desde diarios, revistas y canales de televisión para revolver, explicar, analizar, sacar objetivas conclusiones, en nombre de la información directa y objetiva. A mi admirado amigo Mario Vargas Llosa, la posibilidad incluso de volver a complicarse una vida ejemplar y de ofrecerse hasta como posible salvador de la democracia en Perú. A mí, el análisis sereno e imposible de una situación que hasta los jefes de Estado prefieren ir evaluando con el tiempo.
Ya te dije que condenaba el golpe desde antes de que se diera: condenaba el golpe bajo y mortal que ha representado para millones de peruanos la política salvajemente neoliberal, esa total libertad de mercado que por dondequiera que pasa no sólo mata y empobrece gente, sino que mata y empobrece también toda idea de la que es la solidaridad y la compasión. Del golpe actual de Fujimori ya sólo me quedaría por condenar la mano más libre que nunca le quedará al Ejército peruano en esta época de guerra más inmunda que civil entre aterrados peruanos. Y esto último habría sido lo único que habría subrayado en un artículo, pero esto último quién no lo sabe.-
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