"Hay un fondo común entre nosotros y lo que dicen Pujol y Arzalluz"
Mañana del día 2. En los corredores de la sede central de la Xunta, inusualmente vacíos, pueden verse pasquines sindicales de apoyo a la huelga general: "Todos por Galicia". Son las diez de la mañana. Manuel Fraga muestra un semblante preocupado, pero habla con más calma que en otras ocasiones, aunque sigue siendo difícil terminar las preguntas. Dicen que la lluvia le sienta bien. Y hoy llueve sobre una Galicia totalmente paralizada. La conversación transcurre en gallego, que el dirigente conservador habla con fluidez y algún casticismo de Terra Cha, la comarca villalbesa.Pregunta. En el ecuador de su mandato, Galicia está paralizada por una huelga general. ¿Cuál es su impresión?
Respuesta. Mi punto de vista es que es una huelga inútil. Si sale adelante es por la acción de piquetes, que de informativos tienen más bien poco. Lo que dicen los líderes sindicales es que hay que hacer infraestructuras y reclamar al Gobierno central. ¡Nunca se hizo tanto! ¡Nunca se consiguió tanto! Dicen también que hay que poner en marcha un sector público gallego, justo cuando se está a liquidar en toda Europa oriental, cuando el mismo socialismo reconoce que no hay sitio para un sector público, que es un dinero que se quita a unos sectores para darlo a otros y administrarlo mal. ¡Que no se cuente conmigo para eso! Mientras yo pueda, no se creará un sector público gallego. Estamos trabajando con una política eficaz para propiciar las inversiones y promocionar Galicia. ¿Infraestructuras? Todas. ¿Sector público? ¡Que lo hagan ellos!
P. ¿No se siente afectado, personalmente, por esta protesta masiva?
R. En esté momento, esta huelga no es un problema peculiar de Galicia. Al contrario, la tuvieron que dejar para el final. Es una movilización artificial, provocada por una política sindical de carácter nacional. Me di cuenta hace tiempo: los intentos de supuesta negociación eran falsos. En el fondo, la huelga ya la tenían convocada. Los sindicatos quieren reforzar su poder pero no lo van a hacer a costa de las instituciones mientras yo las represente.
P. En el himno gallego figura una estrofa en la que dice Non nos entenden, non. Sin embargo, se ha hablado de una luna de miel entre la Xunta y el Gobierno central. ¿Cómo están ahora mismo esas relaciones? .
R. El entendimiento... es siempre un fenómeno relativo. Recuerdo una película americana en la que una pareja, al despedirse después de una relación sentimental, se dice: "Extraños nos encontramos, extraños nos despedimos". Nunca hay un entendimiento total, pero nuestro papel es conseguirlo al máximo.
Unas veces se nos critica que hacemos demasiadas concesiones, otras veces, como ocurre con la idea de "administración única", se nos critica por lo contrario. Yo lo que digo es que si hay una posibilidad de que Galicia se haga oír es precisamente con el Gobierno que tiene ahora, con los hombres que lo encarnamos y que lo demás son cuentos.
P. La oposición socialista en el Parlamento gallego habla de la necesidad de una concertación...
R. ¡Todos los que están en minoría piden concertación! Aquí van a funcionar las instituciones. Naturalmente, nosotros dialogamos y escuchamos a todo el mundo, pero las decisiones corresponden a quien tiene la mayoría en el Parlamento. Por cierto, habría sido muy bueno que en toda esta primera etapa el Grupo Socialista hubiera mostrado una actitud más constructiva. Al contrario, intentaron bloquear el entendimiento con Madrid hasta que se dieron cuenta de que era inútil. Hay algo claro: nosotros estamos defendiendo los intereses de Galicia, dentro de España, dentro de Europa, y otros sólo están defendiendo los intereses de partido. Véase lo que está pasando con esta polémica de la administración única. Inmediatamente se ve quién da la órdenes y quién se limita a acatarlas.
P. Ante una situación económica especial, polémicas aparte, ¿no considera conveniente un pacto político y social gallego?
R. Diálogo, todo el que quieran. Uno de los proyectos más adelantados es el Consejo Económico y Social de Galicia, donde estarán representadas todas las fuerzas políticas y sociales. Pero, al final, como decía el presidente Truman, "el florón acaba aquí". Las decisiones las toma quien tiene la responsabilidad, rindiendo cuentas al pueblo cada cuatro años.
P. Dos sólidos informes económicos, el de la Fundación Caixa Galicia y el de la fundación Fondo para la Investigación Económica y Social, ofrecen un panorama desalentador sobre la economía gallega en los próximos años...
R. Eso recoge una situación de siglos, de muchos años. Como es natural, lo importante es saber cómo se remonta. Estamos sentando las bases para salir de esa situación. Por eso se necesita un gobierno enérgico. Y el pueblo gallego lo sabe.
P. Pero, ¿no teme un efecto semejante al sufrido por George Bush, es decir que los indicadores económicos echen abajo una buena imagen política?
R. ¡Si los indicadores económicos dependieran de la Xunta! No sirve la comparación con la política norteamericana, donde su presidente tiene la responsabilidad de dirigir, por sus decisiones, la economía del mundo, además de la propia. En nuestro caso, todos sabemos las limitaciones que hay. El problema es saber qué hacer con los recursos que tenemos. No hay ninguna alternativa. ¿Piensa alguien que con Beiras o con el señor Presedo va a mejorar la situación? Ése es el dilema y no otro.
P. En los últimos tiempos, usted ha adjetivado a los socialistas como "centralistas"...
R. Yo no adjetivo a nadie. Yo hablo de administración única y ¿cuál es la respuesta? Una respuesta centralista. ¿Estoy diciendo algo que sea anti-español, anti-nacional?... ¡No! Estoy pidiendo más competencias para Galicia, pero de una forma ordenada, de una forma sistemática, con un concepto claro de adónde se quiere ir. Por tanto, no soy yo quien. pone las adjetivos. Son ellos los que se ponen la insignia. Yo estoy en contra de toda idea separatista, estoy contra esa idea de seguir repitiendo como un papagayo, que es lo que hace el Bloque [se refiere al Bloque Nacionalista Galego, que cuenta con cinco diputados en el Parlamento autónomo], las viejas ideas del colonialismo, del marxismo-leninismo, etcétera. Pero sí estoy porque funcione la máxi-
ma autonomía para Galicia. Eso fue lo que defendió Alfredo Brañas [regionalista gallego que influyó en Cambó] y lo que sacaremos adelante. Autonomía hasta el final: para hacer mejor España, no para deshacerla.P. Se ha barajado como hipótesis probable un pacto de Gobierno entre el PSOE y CiU en caso de que los socialistas perdiesen la mayoría absoluta en las próximas elecciones. ¿Cree factible que suceda lo contrario, es decir, que pacte el PP con los nacionalismos moderados?
R. En este momento, evidentemente, estamos diciendo cosas bastante parecidas. Yo estoy en contra de que se creen más estados independientes. El mundo no puede funcionar con más de 300 estados independientes. Estoy también totalmente en contra de conservar los anteriores esquemas centralistas. Creo que está en la imaginación de muchos buscar ese punto medio, que es donde está el futuro. No creo en las autodeterminaciones, no creo en los nacionalismos separatistas, pero sí creo que se va a una estructura distinta del mundo, completamente distinta de la que conocemos en la etapa del llamado concierto europeo. Se va a parecer más, en cierto modo, al orden medieval, aquel en el que surgió Gélmirez [se refiere a Diego Gélmirez, arzobispo y gobernador de Galicia en el siglo XIII, que igual se movía en Roma, que en Francia, o que en Castilla y León, pero que sabía lo que tenía que hacer en Galicia. Yo creo que en este momento vamos en esa misma dirección. Yo a eso no le pongo ningún nombre. Cada uno puede ponerle el suyo. Pero está claro que las fórmulas del siglo XIX no son las válidas en este momento. Y habrá que inventar de nuevo. Y en ese proceso estamos cada día. Por de pronto yo ya aporté algo: eso que se llama "administración única" dentro del estado de las autonomías. Pronto se verá que es una idea seria, importante, y bien desarrollada. Pero volviendo a la cuestión inicial, efectivamente hay un fondo común entre esto que decimos y lo que dice el señor Pujol, frente a los extremistas de Esquerra Republicana, o lo que dicen los señores Arzallus o Ardanza.
P. ¿Puede ser usted el hilo conductor para esa hipotética aproximación de posturas entre el Partido Popular y CIU y PNV?
R. Como el natural, yo soy presidente fundador de un partido que ni voy a dejar ni creo que tenga agotado su papel. Bien al contrario, hay cosas comunes que defender, que proyectar en el exterior. Yo tengo una labor que hacer desde aquí, pero respetando a los que voluntariamente llamé a un tránsito generacional, que por cierto no es muy frecuente en la historia política de nuestro país.
P. El PP de Galicia ha repartido a sus afiliados un carné diferente (bandera gallega) al del resto de España. ¿Es cierto que esto ha provocado recelos en el aparato central?
R. En absoluto. Eso sólo se podía hacer de común acuerdo y lo hubo desde el primer momento.
P. ¿Aceptaría usted, de alguna forma, la definición de nacionalista gallego?
R. Esos nombres históricos son muy respetables, pero no son nombres de nuestro tiempo. Yo en este momento me declaro profundamente galleguista, profundamente español, profundamente europeo, y de ahí no me va a sacar nadie. Veremos quién da mejores resultados. En estos momentos Galicia ya tiene un peso que no tuvo nunca en el siglo XX.
P. ¿Y hasta dónde puede llegar el Partido Popular de Galicia en ese proceso de "autoidentificación"?
R. Nosotros estamos haciendo, evidentemente, un Partido Popular de Galicia. Yo conozco muy bien las fórmulas alemanas o las americanas y sé cómo funcionan. El Partido Republicano de Chicago tiene muy poco que ver con el de Florida, salvo que ambos colaboran para defender juntos lo que tienen que defender. Justamente ahí es donde estamos, con la edificación de una organización diferenciada dentro de un fuerte partido nacional en pleno auge que pronto será el partido mayoritario.
P. ¿Usted ve a corto plazo a José María Aznar como presidente del Gobierno?
R. Lo veo y lo deseo. No hay otra alternativa cuando remate la actual. No hay otra.
P. ¿Algunas iniciativas suyas no están dificultando la política de Aznar?
R. Hay quien tiene intención en propagar eso, que es una bobada. Mi apoyo es total y convencido. Lo que no me impide, bien al contrario, defender los intereses del Partido Popular de Galicia.
P. Se acentúan sus gestos autonomistas: reforma del Senado, administración única...
R. Es algo sobre lo que no improviso. Sobre la reforma del Senado llevo tiempo hablando. Tiene que haber en España, como hay en todos los países federalizantes o federalizables o federalizados, que no voy a entrar ahora en esa polémica, tiene que haber dos instituciones. Una, donde todos concurrimos, la Cámara de los diputados. Y otra, el Senado, donde podremos tener todas esas expresiones, los grupos territoriales. Al modo federal alemán o americano. Es ahí donde hay que hacer esa distinción. Por algo algunos la q'uieren retrasar.
P. Si no se produce la reforma del Senado como cámara territorial, tal como usted propone...
R. Se va a producir. Es la solución más seria, como en Alemania o Estados Unidos. Estas cosas alguien las propone y después se discuten. Después sale el señor Lerma en Valencia diciendo que no... Por cierto, quiero decir que está por citarse la primera crítica que yo haya hecho a algún presidente de otra comunidad. Pero digan lo que digan, está claro que se va en esa línea.
P. ¿En algún momento ha barajado como "hipótesis de trabajo" la posibilidad de formar un grupo parlamentario propio, una minoría gallega, en el Congreso de los Diputados tras las próximas elecciones?
R. En el Senado. Ése es su sitio. En el Congreso debería haber dos grandes grupos, dos grandes maneras de entender España. Es en el Senado donde las comunidades deben tener su grupo.
P. ¿Prescindiría ya de los gobiernos civiles?
R. Ése es un tema irrelevante. Lo que no puede haber es administraciones separadas en temas que pueden ser administrados por las autonomías. Eso es lo que no tiene sentido. Por eso hablo de una "administración única", una autonomía que encarne al estado salvo en los temas de interés general, Defensa, Hacienda, Seguridad Social, Relaciones Exteriores ...
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