Ojos de 'Soul' azul

No fue sólo el pasado el que se hizo presente en el concierto de Joe Cocker. Esa parte del tiempo es la seguridad, pero este solista británico ha continuado creando y recorriendo con su voz años, discos y escenarios.Y un escenario, antes de que comience un concierto, sugiere y aporta la idea de la personalidad de quien va a hacer uso de él. El de Cocker impresionó por su complicado y completísimo juego de luces, por su sonido y por su elegante sobriedad.

El tiempo ha jugado a su favor, y, junto a su inseparable Chris Steinton y una banda de músicos fantásticos, comenzaron la melancolía, el recuerdo, la imaginación y una bofetada de presente.

Joe Cocker, con la incalculable ayuda de temas como With a little help from my friend, de Lenon y McCartney, título que refleja a la perfección lo que fue en un principio su carrera, tenía de antemano el concierto ganado.

Su voz rasgada y su presencia espasmódica crearon el resto del juego. Un juego en el que no hubo trampa, en el que todo se reflejaba claro, calculado, y cada movimiento, tanto musical como de imagen, resultaba previsible. Así que la contestación por parte del público fue automática.

Su repertorio, lleno de pequeñas y conocidas joyas, permitía seguir el recital con facilidad. Dos horas con una música que, paradójicamente contrapuesta al calificativo de su voz, resultó limpia y sin esquinas que partiesen el ritmo.

Joe Cocker, con su apreciable timbre como ingrediente fundamental de su carisma, interpretó magistralmente los temas, con las melodías como soporte y los músicos como energía.

"Lets rock" fue su última consigna para finalizar el concierto, y así, con el frenesí latente, se despidió hasta el verano.