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Los trabajadores ocuparon la sede de la EMT para reclamar a gritos la paga extra de marzo

Javier Casqueiro

Un tramo de la calle de Alcántara estuvo ayer tres horas cortado. Unos quinientos trabajadores de la EMT, acompañados de unas doscientas esposas y simpatizantes, ocuparon pacíficamente -y pese a la masiva presencia policial- las oficinas centrales de la empresa, para reclamar la extra de marzo. Primero, los concentrados lanzaron desde la calle una tensa pitada hacia sus patronos, acompañada de caceroleo y aderezada con graves insultos. Luego entraron en el edificio y se dirigieron a la ventanilla de cobro. La respuesta de la dirección apaciguó los ánimos, al comprometerse a abonar la paga en 15 días.

La concentración, sin embargo, no reunió a muchos empleados. Los líderes de la Plataforma Sindical achacan las ausencias al mal tiempo. Pero los que acudieron montaron bronca suficiente para reclamar la presencia de más de 15 furgonetas policiales y de casi un centenar de agentes antidisturbios.No hubo incidentes. Los trabajadores corearon consignas e insultos contra los directivos. "Queremos cobrar", "Queremos la paga", "Tontos", "Cabrones", "Golfos"..., "Obreros despedidos, patrón colgao", "Burgaleta, usurero, suelta ya el dinero". Al gerente de la EMT, Tomás Burgaleta, le dedicaron todas las descalificaciones posibles, contenidas o no en el diccionario.

Cuando las cacerolas habían rugido ya media hora, Burgaleta permitió que cuatro representantes del comité de huelga subieran a la segunda planta del inmueble, donde se halla su despacho, para conversar. El gerente explicó que los problemas de liquidez [dinero en caja] provocados por la huelga aconsejaban cumplir primero con los proveedores.

Burgaleta aseguró que la paga extra de marzo se retrasará hasta el 15 de abril. Los trabajadores sostienen que esta paga (107.000 pesetas para cada uno de los 7.000 en plantilla) es un derecho prioritario.

Las primeras explicaciones de la dirección no fueron suficientes. Los concentrados, pese a algunas significativas discrepancias, tomaron pacíficamente el edificio y se esparcieron por todos los pasillos hasta llegar al mostrador de las nóminas. Allí acudieron, en dos tandas, sendas delegaciones de la gerencia para negociar. Al final, la empresa, a través de un portavoz, se comprometió a convocar para hoy una reunión monográfica sobre este asunto.

La violencia verbal reflejada en la sede central de la EMT se trasladó físicamente a otras zonas de Madrid. Un total de 38 autocares fueron hallados ayer con las ruedas desinfladas en las cocheras de Fuencarral. Otros dos fueron apedreados en la calle de Sinesio Delgado.

La situación económica de la mayoría de los empleados en huelga se hace cada día más agobiante. Los sueldos de marzo han sido cobrados por casi todos, pero no llegan para acabar el mes. En estos momentos, los despidos afectan ya a 52 personas, entre ellas los 36 miembros de Plataforma en el comité y sus cuatro delegados sindicales.

En la concentración de ayer, los trabajadores, sin embargo, enarbolaban orgullosos sus nóminas como espadas. La media de los sueldos, en marzo, no supera las 50.000 pesetas, y en muchos casos se queda muy por debajo.

2.100 pesetas al mes

Juan Manuel Amenas, conductor, con 15 años de antigüedad en la empresa, recibió 2. 100 pesetas. Juan Manuel pidió la baja médica durante la huelga y no le ha sido aceptada, por lo que le han descontado los 29 días no trabajados.

Ángel Román, conductor, con 11 años de pedigrí en la EMT, esgrimía la que se puede catalogar este mes como nómina-prototipo: 50.000 pesetas por 12 días trabajados. Juan Robledano cobrará por 11 días trabajados 45.000 pesetas (7 años en la empresa). Leonardo Berlanas, por los mismos días pero con una experiencia profesional mayor (16 años), se alegraba por su soldada: 57.000 pesetas, una de las mayores. El sueldo de Pedro Prieto, seis años ya de conductor, sin embargo, casi no llega a las 40.000 pesetas (trabajó 9 días).

El sindicato CSIF, que tiene seis miembros en el comité de empresa -los únicos no despedidos en estos momentos-, apela precisamente a los dramáticos datos económicos (los referidos sueldos y las pérdidas empresariales superiores a los 2.000 millones de pesetas) para reclamar el final del conflicto. La CSIF calcula que cada conductor ha dejado de ganar durante la huelga 190.000 pesetas y tres días de vacaciones, "lo que supone la mejora del convenio de un año".

La CSIF, que quiere suscribir un convenio de eficacia limitada con la empresa, lo que permitiría dejar la decisión de firmarlo a cada trabajador, hace hincapié en los efectos negativos de los paros.

Este sindicato recuerda que 100 contratos temporales no han sido renovados, que los dados de baja por enfermedad durante la huelga no van a cobrar -al estar en la Seguridad Social en situación de alta especial- y que los próximos jubilados verán mermadas sus pensiones.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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