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El presidente de Brasil forma un Gobierno de unidad nacional para mejorar su imagen

El presidente brasileño, Fernando Collor de Melo, acaba de inaugurar lo que se anuncia como un "Gobierno de unidad nacional", pero que más parece una maniobra de imagen destinada a limpiar la de su Gobierno, enlodada por denuncias de corrupción, y contener el derrumbe de su popularidad.En un gesto más propio de los regímenes parlamentarios, Collor orquestó el pasado lunes la renuncia de sus 13 ministros para luego reconducir a sus puestos a la mayoría de ellos. De inmediato, ratificó en sus cargos a los titulares de Economía, Marcilio Marqués Moreira; de Educación, José Goldemberg, y de Salud, Adib Jatene, además de los cuatro intocables jefes militares -Ejército, Marina, Aeronáutica y Estado Mayor de las Fuerzas Armadas-. Al día siguiente, Collor ratificó también a los conservadores Ricardo Fiuza, en la cartera de Acción Social, y Reinhold Stephanes, de Trabajo y Previsión Social.

Al cierre de esta edición, sólo se conocía el nombre de un nuevo ministro: el jurista conservador Celio Boda, presidente del Tribunal Federal Supremo, designado para la cartera de Justicia. Eliezer Batista, presidente de la compañia estatal minera Vale do Río Doce Internacional, será el nuevo secretario de Asuntos Estratégicos, y el politólogo Helio Jaguaribe, nuevo secretario nacional de Ciencia y Tecnología.

La oposición en contra

El ensayo de un Gobierno "de unidad nacional", nacido sin el apoyo de la oposición y enmarcado por el escepticismo de la sociedad civil, más que un cambio en los rumbos del Gobierno parece un esfuerzo de corto alcance y escasa credibilidad. Los desafíos apremiantes que Collor de Melo asumió hace dos años permanecen invictos: la inflación de más del 20% al mes, una deuda externa de 122.000 millones de dólares, una recesión que paraliza la economía desde hace un año y medio y la existencia de 45 millones de brasileños que vegetan en la más absoluta miseria, además de acusaciones permanentes de corrupción.En ningún momento sin embargo, estas imputaciones alcanzaron personalmente al mandatario, que estimulé las investigaciones, incluso cuando el año pasado la joven primera dama, Rosane Malta, se vio obligada a dimitir de la presidencia de una entidad filantrópica estatal, salpicada por denuncias de corrupción. Una transparencia inédita en los ambientes palaciegos de Brasilia.

Para Orestes Quercia, el gobernador de San Pablo y presidente del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor del país, "la reacción del Gobierno es oportuna y puede crear una nueva expectativa en la opinión pública". Con la seguidilla de denuncias de corrupción "la situación se estaba tornando insostenible para Collor, que tiene ahora su última oportunidad", sentenció Quercia.

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