Orden cósmico

Correspondió al israelita Gari Bertini dirigir la Sinfónica de la Radio de Colonia en el cielo Mahler para interpretar las sinfonías séptima y cuarta y el adagio de la décima. La formación sinfónica de la Westdeutscherundfunk nació en 1945 y tiene en su haber una historia rica y flexible con especiales capítulos al servicio de la contemporaneidad: estrenos de los Canti di liberazione de Dalla Piccola, del salmo Opus 50 de Schocriberg, de Visage nuptial de Boulez, de Antikhotn de Xenakis o del Concierto para piano de Ligeti.Por su parte, Bertini es un maestro responsable y meticuloso del que recuerdo la magnífica reposición de Ariadna y Barbazul, de Dukas en la ópera de París el año 1975. Puede entenderse Bertini en nueve lenguas y habla otras tantas musicales, pues siempre se mostró capaz de defender los más variados estilos y tendencias, lo que se evidenció en su considerable versión de la muy difícil Sinfonía número siete, de Gustav Mahler, de la que no me atrevería a afirmar que sea la más bella de entre las de su autor, pero sí que es de las más interesantes. Desde ella, desde su primer tiempo sobre todo, toma carta de naturaleza la consideración de Mahler como avanzado de la contemporaneidad, mientras se recreaba con nostalgia en la evocación del mundo que se perdía.

Escribe Adorno que ese amplio trozo es "lo más sensualmente coloreado" que Mahler compuso hasta entonces y se inclina por la tesis de una directa influencia de estas páginas sobre la Sinfonía de cámara de Schoenberg. Que la estructura merezca elogio es algo tan indudable como la dificultad de evidenciar lo que, como tantas veces en Mahler, mezcla la naturalidad y la complejidad, los signos exteriores con los prospectivos, los sonidos-masa con los individualizados (por grupos o por unidades), la conciencia tonal y la tendencia a disgregar la tonalidad.

Gari Bertini supo poner orden en la inmensa partitura o, si se prefiere, fue capaz de explicar el orden que habita en ese conjunto musical cósmico en el que el oro se mezcla con el barro y la extensión hace la forma un tanto laberíntica. El éxito fue grande, como avasalladoras fueron las sonoridades a lo largo de esta gran línea fronteriza entre el mundo de ayer y el que le sucedió.