Un museo bajo la lava
Ayer se inauguró en Lanzarote la sede de la Fundación César Manrique
Ayer nació en Lanzarote un museo bajo la lava. Es la Fundación César Manrique, creada por el artista lanzaroteño en su casa de Taro de Tahíche, cerca de la capital de la isla, para promover el conocimiento y el respeto por la cultura. Manrique quiere presentar en esa residencia que fue su taller y su casa no sólo su obra artística, sino aquella que ha ido recopilando a lo largo del tiempo, y que representa una de las colecciones más ricas y variadas del arte español de vanguardia. La casa estará abierta al público, y la fundación se propone incrementar la oferta cultural de esta isla, a cuya conservación y desarrollo ha contribuido Manrique de manera decisiva.
A los 73 años, César Manrique sigue corriendo por la isla como cuando la descubrió. Engarzado en la tierra como si fuera uno más de sus abruptos frutos naturales, el presidente de la fundación que lleva su nombre enseña la que fue su casa -ahora vive en Haría, a más de 30 kilómetros de su domicilio previo- como si ésa fuera la principal obra de arte del museo que inaugura."Para mí esta casa es un símbolo y lo que hay en ella es el producto de un sueño". Construida en una finca de 30.000 metros cuadrados, la casa donde ahora tiene su sede este museo de arte contemporáneo está excavada bajo un torrente de lava que cubrió esta parte del municipio de Teguise entre 1730 y 1736. El artista la hizo en 1968, "cuando volví definitivamente y vi que mi raíz estaba aquí, entre estas piedras, al lado de las tuneras".
Pronto la casa de Manrique se convirtió en la cara de Lanzarote: fue lugar de peregrinación de artistas y arquitectos, de curiosos que vieron en ese domicilio bajo la lava la propia metáfora de la isla: "Materiales sencillos, luz: casi no había que hacer nada, porque Lanzarote es como una gran casa, como mi casa".
Esa ilusión todoterreno que ha tenido Manrique no se quebró nunca, "porque yo tenía dentro de mí la fuerza de esta tierra, la rabia de que su belleza estuviera sepultada", y su voluntad de donar a Lanzarote este espacio creado por él se hizo cada vez más sólida. "En 1987, cuando cambié de domicilio, pensé que el mejor destino de esta casa, que además había sido concebida como una obra de arte, era el de dedicarla al arte".
Hubo muchas ofertas para que la casa fuera residencia de jefes de Estado, lugar de refugio para millonarios, pero él prefirió que la casa fuera pública. Lo que se inauguró ayer es la primera fase de la fundación, con la apertura al público de las salas donde cuelgan obras del artista y otras de contemporáneos suyos, pero hay prevista una segunda fase en la que se ampliará la infraestructura, con la construcción de una sala de exposiciones, un centro de documentación y otras dependencias que Manrique dispone para cumplir el propósito de la fundación que ha creado: "Constituirse en un centro cultural abierto y receptivo al servicio de la comunidad".
Aparte de su obra, Manrique ofrece en su casa museo una co lección que incluye cuadros o es culturas de Picasso, Miró, Tàpies, Soto, Le Parc, Equipo Crónica, Mompó, Chirino, Millares, Pedro González, Gerardo Rue da, Sempere, Guerrero, Zóbel... Como el museo que este último fundó en las Casas Colgadas de Cuenca, este que nace bajo la lava se propone poner en orden lo que Manrique considera "un periodo pletórico" del arte de vanguardia en España. "Es una afirmación de mi vocación y es también un homenaje a mis amigos". En principio la Fundación César Manrique cuenta con el apoyo de varios departamentos del Gobierno de Canarias y del Cabildo de la isla, con la que está comprometida: "Desde que regresé a Lanzarote me propuse dedicar mi vida a esta tierra, y ahora la fundación nace para prolongar ese propósito, porque uno de sus objetivos es el de enlazar el arte con la naturaleza, fomentar el respeto por el entorno natural y cumplir todos esos imperativos desde la conciencia de la modernidad".
Al fin y al cabo, lo que Manrique describe como proyectos públicos de su fundación es lo que él ha hecho durante toda su vida. Por citar dos ejemplos de su dedicación urbana, el diseño del Roque de los Muchachos, los observatorios astrofísicos internacionales de La Palma y el conjunto marítimo de Martiánez, en Tenerife, son creaciones suyas, concebidas por él en aquella dirección.
Aparte de esa labor urbanística que ha hecho inconfundible su sello y que en Lanzarote es una marca inmediatamente reconocible, Manrique ha hecho diversas campañas contra la destrucción del medio natural. "No me he arredrado ante nada ni ante nadie, y he dicho siempre lo que he querido, porque creo que en la defensa de la naturaleza uno no debe apocarse. Me han oído reyes y presidentes, pero yo he seguido siendo el mismo".
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