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Como en época de guerra

Rusia está sufriendo una recesión sólo comparable a las provocadas por guerras de gran envergadura, lo que ha llevado a algunas autoridades europeas y norteamericanas a apuntar la necesidad de un nuevo Plan Marshall. La producción de enero y febrero ha sido el 15% inferior a la de igual periodo de 1991, y no se aprecian síntomas de recuperación. La caída, además, afecta a la práctica totalidad de las ramas de producción, según subraya el documento parlamentario ya citado.En el apartado de la industria ligera, ese texto señala que la producción de telas ha sido en febrero el 14% inferior a igual periodo de 1991 y está en recesión: la disminución de enero a enero había sido del 11%. El motivo principal del hundimiento, según señala, ha sido la drástica disminución de las importaciones: las empresas textiles rusas sólo consiguen el 10% de las materias importadas que piden.

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De hecho, el descenso de las importaciones provocado por la carencia de divisases el motivo principal que aducen las autoridades rusas para explicar la caída en picado de la producción. En 1991, las importaciones descendieron un 46,2% con relación a 1990. A este fenómeno se suma la ruptura de vínculos entre repúblicas, provocado por el hundimiento de las estructuras de la desaparecida URSS.

Sin repuestos

La combinación de ambas causas ha dejado prácticamente sin repuestos a la industria de extracción de petróleo -el principal sector exportador de Rusia- y la producción de crudo cayó en febrero un 2,5% con relación a enero y un 15% con relación a igual mes de 1991. Una de las pocas industrias que se salva es la de extracción de gas, que mantiene la producción. La generación de electricidad sólo ha retrocedido el 2% de febrero a febrero.La recuperación de la industria, tal y como explican las autoridades rusas, pasa en buena medida por la obtención masivade créditos que permitan restablecer de manera selectiva las importaciones. El propio Yeltsin cifró en 12.000 millones de dólares (1,2 billones de pesetas) el monto de esos créditos, a los que habría que sumar 6.000 millones más de ayuda occidental para crear un fondo que permita estabilizar el rublo y transformarlo en divisa convertible, paso básico para la integración de Rusia en la economía internacional.

Las ayudas están pendientes de la integración de la nueva república en el FMI y el Banco Mundial, que el Gobierno ruso confla en que se produzca en abril. Para lograrlo, aprobó el 27 de febrero el memorándum-programa elaborado por un grupo de expertos encabezado por Konstantín Kagalovski, representante del Gobierno ante las instituciones económicas internacionales.

Rusia pretende con el plan, definido por Kagalovski como "un programa normal de estabilización, porque en política económica no hay fórmulas milagrosas", sentar las bases de la economía de mercado.

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