"Nos enfrentamos a la oligarquía y al poder"
La última vez que Amaui lanzó a la papelera una invitación oficial fue el pasado 3 de marzo, cuando el jefe del Gobierno, Azedine Laraki, le remitió una carta para que asistiera al banquete oficial que se celebraba en Rabat con ocasión del 31º aniversario del acceso al poder del rey Hassan II. Era la primera vez que el Gobierno invitaba al responsable del sindicato más importante y poderoso de Marruecos a un banquete.El gesto de Amaui no es una anécdota, forma parte de una trayectoria política clara y coherente en favor de la democracia, pero para llegar hasta ella es consciente de que hay que hacerlo poco a poco y modificando las estructuras políticas y legales del país. A caballo entre la lucha política y la pugna sindical, Amaui reclama a la vez un diálogo directo con el Gobierno para solucionar los problemas de los obreros y al, mismo tiempo un debate público que permita modificar de manera radical la Constitución.
Esta entrevista se realiza mientras la clase obrera amenaza con otra huelga general, similar a la convocada en diciembre de 1990 y que se saldó con numerosos muertos y centenares de heridos y detenidos.
Huelga general
Pregunta. ¿Van a convocar ustedes una huelga general?
Respuesta. La contestación no se la puedo dar yo; la pregunta debe hacérsela al Gobierno. Puede usted descolgar el teléfono y llamar al pritner ministro, Azedine Laraki, y preguntarle si lo que desea el Gobierno es que los sindicatos convoquen una huelga general. ¿Quiere usted que se cree en Marruecos una situación de verdadera guerra civil? Ésta es la pregunta.
P. Las dos huelgas generales registradas en Marruecos en 1981 y 1990 se saldaron con numerosos muertos. ¿No teme que ahora vuelva a pasar lo mismo?
R. Nosotros no podemos cometer errores, pero al mismo tiempo no podemos desperdiciar ninguna de las ocasiones que se nos presentan. Estamos enfrentados a la oligarquía y al poder. Amplios sectores de la sociedad están en huelga, y nosotros no tenemos otra opción que la lucha.
P. ¿Cuáles son las salidas a la crisis?
R. Desde hace cinco años tratamos de buscarlas. Los partidos de la oposición están unidos, y ello es de por sí sólo un éxito de la clase obrera. La lucha de la oposición gira en torno a tres grandes ejes: la revisión radical de la Constitución, la negociación de las reivindicaciones sociales y la soberanía nacional con el referéndum del Sáhara. Todas estas luchas y reivindicaciones se relacionan entre sí. El descontento es grave y la situación es frágil. Marruecos necesita, para empezar, una revisión radical de la Constitución. En ello estamos.
P. Da la sensación de que la historia se repite, y que nuestra conversación de ahora es idéntica a la mantenida en vísperas de la huelga general de 1990. ¿No lo cree así?
R. La situación de ahora es peor que la de diciembre de 1990. Entonces habíamos conseguido abrir unas negociaciones, y ello permitió aplazar la huelga general. Por aquellas fechas, el Consejo Nacional de la Juventud anunciaba que iba a crear 100.000 empleos. Ahora es peor.
P. ¿Cómo se va a romper el círculo vicioso?
R. El poder de la oposición es cada día más fuerte. Nos consideramos una alternativa de futuro. Pero al mismo tiemPo deberemos hacer todo lo posible para que la situación no se rompa. Tenemos que avanzar desmontando poco a poco a nuestro enemigo. En esta lucha no hay KO, sino acumulación. Hay una diferencia drástica entre la lucha de un militante y la de un jugador de cartas. El militante acumula, mientras que el jugador quiere ganar en el instante. Nosotros somos militantes. Pero nuestro interlocutor lo constituye un grupo de mangantes, que no tienen futuro. Han enloquecido hasta el punto de que no nos consideran ciudadanos. Pero nosotros les consideramos cónsules. Y lo peor es que un día ni siquiera encontrarán un barco que les lleve fuera del país.
P. ¿No le da miedo decir todas estas cosas?
R. Después de aquella terrible detención de 1974 no me da miedo nada. Estuvimos durante un año y medio en un centro de detención secreto, y nuestra única convicción era que debíamos ir creciendo. Si entonces nos hubiéramos callado o parado, la situación habría sido peor. Estábamos enterrados. Fue en aquellas tumbas donde enterramos el miedo. El que está dispuesto a asumir responsabilidades debe estar dispuesto también a sufrir sus consecuencias.
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