"El arte español ha sido sobrevalorado económicamente"
Pregunta. ¿Qué le pasa al arte español?Respuesta. Hablar de arte español en un momento en que ya hay un mercado y unos movimientos internacionales resulta complicado. En otras épocas había una idea clara y definitoria de lo producido; ahora hay un gran eclecticismo. Tampoco estamos ya en ese momento de hace unos 10 años en que saltaron a la escena internacional artistas españoles jóvenes de rápido éxito, como Barceló o Sicilia. Pero hay muy buenos artistas, reconocidos en exposiciones internacionales, aunque su trabajo ya no se centra tanto en España ni está tan conectado con la realidad española; son casos como los de Juan Muñoz o Cristina Iglesias.
P. ¿Lo que definiría al arte español actual sería el cosmopolitismo?
R. Hasta los años ochenta había una serie de artistas susceptibles de ser incluidos en grupos y movimientos, pero en este momento no se les podría agrupar. Los jóvenes están buscando, se informan, viajan. Muchos fijan su residencia en París y se mueven en el mundo internacional.
P. ¿El arte español actual, siendo cosmopolita, dice, sin embargo, algo que tiene sus raíces en la tradición artística española o se ha desgajado de su pasado?
R. Las referencias siempre están, la educación y el peso individual influyen en la producción artística, pero los modelos son tan variados que es difícil encontrar identificaciones. Hay casos como el de Campano, que se fue a París a ver la obra de los pintores franceses, que no tiene nada que ver con la tradición española. Existe un mayor nivel de información de lo que se está produciendo en el mundo, y eso produce esta atmósfera de cosmopolitismo que a veces se critica.
Precios
P. ¿Se ha sobrestimado el arte español?
R. Ha habido, y hablo en pasado, una sobrevaloración económica de la obra de ciertos artistas jóvenes, no sólo en el ámbito nacional, sino también en el internacional, generalmente con respecto a los artistas que han tenido una mayor proyección. Esto lo podemos comprobar si tomamos como referente los precios de ciertas obras de las vanguardias históricas. En cierta medida ha sido así, pero era necesario, tras una época muy oscura, sin apoyo a las artes plásticas, a la cultura en general.
P. ¿Dónde cree que debe estar el límite de la acción pública en el ámbito de la cultura?
R. En el intento de no hacer dirigismo. Lo que hay que hacer es investigar, apoyar a los artistas que puedan tener una repercusión histórica.
P. ¿Ha encontrado dificultades para imponer criterios que cumplan con este ideal?
R. No, ninguna. Dirijo un proyecto en el que las líneas de trabajo nos interesan, tanto en la formación de colecciones como en la realización de exposiciones. No he tenido problemas.
P. ¿Ha tenido la sensación de estar inventando ese mundo de relación con la sociedad y los poderes políticos, de llevar a cabo una labor sin precedentes?
R. Tanto no. A veces se produce la sensación de que trabajas por delante de lo que necesita la sociedad, de que creas el hábito a través de la Infraestructura. Hay también una incidencia en el mundo del mercado: las exposiciones suponen un incremento del prestigio del museo y, por tanto, unas repercusiones en la producción artística de los artistas apoyados.
P. Se habla de la crisis del mercado del arte. ¿Cómo afecta esta crisis a los museos públicos?
R. En principio, debería favorecemos, pues al existir menor número de compradores, la oferta sería la misma, pero a mejores precios, aunque esto no funciona así. Hace tres años, en la FIAC de París, se vivió un momento de euforia: los galeristas se compraban entre ellos, etcétera, cosa que ahora no sucede. Pero un museo debe comprar obras museables, las más rigurosas, las que tienen una mayor significación histórica, y no son las más baratas, lógicamente. Aunque sí hay ventajas, más posibilidades de elegir y más facilidades a la hora de pagar.
P. En este país, distinto a otros, ¿cuál debería ser la función de un museo público?
R. Depende de cuál sea el proyecto museístico, el lugar de emplazamiento, los fondos de que dispone... Las funciones se derivan de las actividades más importantes, que son las exposiciones y la formación de colecciones. Esto incrementa la credibilidad del museo, facilita su relación con otros museos, incrementa el patrimonio de la comunidad y del Estado, etcétera. El programa expositivo tiene un primer paso, que sería el de realizar una investigación, como aportación al arte moderno, sobre artistas o grupos que sólo han sido investigados parcial o superficialmente. Todo tiene unos destinatarios finales, que son los ciudadanos, una función de difusión del arte moderno como objetivo. En España no existía infraestructura y en los últimos años se ha hecho un enorme esfuerzo para crear la sensibilidad y aumentar el nivel cultural de los ciudadanos.
P. ¿Cómo se ve desde la periferia el porvenir del Reina Sofía?
R. Como un proyecto con grandes dificultades, pero con una clara voluntad de consolidarse y llegar a ser un gran museo nacional, que sería muy positivo. Las dificultades son de diversa índole: desde el espacio y sus costes hasta el equipo de trabajo, pasando por el programa. Los proyectos hay que enriquecerlos en todos los museos, así como realizar una labor de equipo de confianza y capacidad delegativa. Y también es necesaria una voluntad política que potencie su continuidad.
P. ¿Existe en España una política cultural adecuada a las necesidades de difusión y estímulo?
R. Es difícil hablar de una política cultural española, puesto que la cultura está transferida a las comunidades, que tienen competencia exclusiva en este aspecto. Desde el ministerio se están haciendo esfuerzos por unificar criterios. Tiene que haber proyectos singulares en cada comunidad, pero también una visión general. El problema es que hay muchos intereses y conflictos en juego. Debe haber el apoyo suficiente, pero que sea el adecuado: hay que ser rigurosos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.