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Tribuna:LA METAMORFOSIS DE PRAGA / 2
Tribuna
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Los nuevos propietarios

La reconversión de la vieja industria se dibuja como la gran incógnita de la privatización checoslovaca

Jorge M. Reverte

En 1948, el Partido Comunista Checoslovaco dio un golpe de Estado con el apoyo de una gran parte de la población. En pocos meses, Checoslovaquia se convirtió en un país sin propietarios privados. Cuarenta años después, los dirigentes del Gobierno federal buscan los procedimientos para encontrar miles de empresarios que sustenten una economía de mercado. Quien haya visitado Praga hace pocos años y haya vuelto en los últimos meses habrá percibido un impulso de adecentamiento y renovación de una de las ciudades más hermosas del mundo. Los checos lo explican: antes se dejaban los andamios meses y meses porque las empresas del Estado cobraban las obras al Estado al empezarlas. Ahora, cuando se ha finalizado la llamada pequeña privatización (subasta de tiendas, restaurantes, pequeñas empresas), los nuevos dueños tienen que arreglar cuanto antes sus posesiones para conseguir una cierta ventaja respecto a sus competidores. Las obras, ahora, se terminan. Y los checos dicen de sí mismos que han cambiado.

Miles de checoslovacos inician una nueva vida de pequefios propietarios, una nueva clase social que el Gobierno quiere convertir en la base socia e su política futura. Václac Havel, el presidente de la República, ironizaba en los tiempos del comunismo sobre el letrero que un verdulero colocaba entre un tomate y una cebolla: "Proletarios de todos los países, uníos". Hoy, en justa correspondencia con aquel mensaje defensivo dirigido a las autoridades comunistas, los nuevos propietarios se han afanado en eliminar en un tiempo récord cualquier vestigio del régimen anterior y muestran una habilidad enorme para embellecer sus escaparates o hacer acogedoras las mesas de sus tabernas.La gran privatización es otra cosa. El Gobierno puso en marcha a finales de 1991 un ambicioso plan de retorno del patrimonio nacional a los ciudadanos: cada checo tiene derecho a adquirir por 1.000 coronas (unas 3.500 pesetas) un bono que podrá invertir en el futuro en las nuevas empresas por acciones que surjan del gran proceso privatizador. Al principio, el plan fue acogido con un considerable escepticismo. Los bonos no se El castillo de Praga. vendían. Pero la llegada de una serie de sociedades de financiación provocó un cambio brusco de panorama. Los fondos de inversión ofrecían hasta 10 veces e incluso 15 veces el valor de un bono. El salario medio en Checoslovaquia es de 4.000 coronas. Una oferta de 15.000 por bono es, por tanto, una cifra más que considerable para una economía doméstica.

En cuestión de semanas, mas de ocho millones de checoslovacos cubrieron su derecho de suscripción, pagando un total superior a los 12.000 millones de coronas al Estado. Casi ningún checo sabe qué hacer con su bono. Hanna, una camarera, dice que lo invertirá en basura, que es el único negocio seguro, mientras se ríe abiertamente. Vasek, un actor, dice que lo invertirá en cristal, una de las pocas industrias fiables. Y nadie contesta cuando se le pregunta si lo venderá a una sociedad de fondos de inversión. Lo previsible es que, a la vista de la oferta y de las incertidumbres de la economía, una buena parte de los checos vendan su bono a los fondos, lo que crearía de inmediato poderosos grupos con capacidad para controlar sectores enteros de la economía.

Capital sin capitalistas

Alexander K., un alemán experto en auditorías, resume el conflicto en el que se ven envueltos Gobierno y ciudadanos: "Para crear una economía de mercado hay que tener capitalistas, y los checos no han podido culminar un proceso de acumulación de capital. El reparto de bonos sólo puede provocar un efecto en este terreno si los administra una entidad profesionalizada y capaz de reunir lo suficiente como para emprender una estrategia empresarial adecuada. El resto lo tendrán que poner o el capital extranjero o el Estado".

La agrupación de cristaleros de Bohemia ha puesto en marcha su propia empresa de captación de bonos. Para los empresarios extranjeros presentes en Checoslovaquia, el cristal continuará siendo uno de los sectores dinámicos de la producción del país. Los planes empresariales diseñados por los actuales directivos de las fábricas culminarán en uno de los grupos más poderosos de la economía checa, con ramificaciones en el sector financiero.

Hay otro tipo de propietarios que son menos asequibles. Se trata de los nobles que vieron incautadas sus haciendas después de 1948. Uno de los principales asesores. de Havel ha recibido tres castillos y un buen puñado de hectáreas de tierra al hacer valer sus derechos. La Iglesia, que permanece prudentemente agazapada, no ha reclamado la devolución de sus propiedades, que significaban una cuarta parte de las tierras del país, porque la expropiación se produjo por un decreto anterior al año 1948, fecha desde la que es válida la reclamación.

Y las primeras compañías multinacionales han hecho su aparición amparadas en leyes de 1986 y 1990, sobre joint ventures o simplemente inversiones directas. El Gobierno procedió a vender a la Volkswagen alemana las acciones de Skoda (la fábrica checa de automóviles). Volkswagen ha constituido a su vez una filial en Eslovaquia, Volkswagen Bratislava. Una firma suiza se ha hecho con el control de Aluminium Decin y capital holandés ha hecho ya acto de presencia en hostelería. A finales de 1991 había ya 2.000 empresas participadas por capital extranjero.

Armas, acero y cine

El problema más importante consiste en saber quién se va a quedar con las empresas que tienen una dudosa posición en el mercado. "No queremos dinero, queremos tecnología", es una frase en boca de los nuevos directivos checoslovacos. Hay una cierta exageración en ella, pero el fondo es cierto: ¿cómo reconvertir una industria obsoleta como la del acero sin ayuda tecnológica? Y ¿cómo encontrar mercados para industrias que antes parecían florecientes?

En Eslovaquia se preguntan qué hacer con la industria de armas, una de las más desarrolladas. ¿A quién puede venderle armas un país que ha ingresado en la democracia y que presume de su cambio ético? Egon Slarisky ironiza: "Es un sueño pensar que se puede vender armas a países democráticos y respetuosos con los derechos humanos".

En todo caso, Lansky amplía el problema: "Ya no se trata de las armas, se trata del acero". Sobra acero, falta energía. Los directivos checos de empresa se mueven por el Tercer Mundo intentando ven der sus productos. Los vecinos ya no quieren lo que antes compra ban. Y la ex URSS no paga en dó lares ni tiene mucho que ofrecer aparte del petróleo.

Los eslovacos ven, sin tener que exagerar su pesirriÍsmo, que su nivel de desempleo puede llegar al 20% en este año. Los stocks se acumulan y las ventas a los nuevos mercados occidentales no crecen. Muchos eslovacos, alentados por el populista Meciar, dirigente de¡ Partido por una Eslovaquia Democrática, y por el democristiano Jan Carnogursky, dicen que sería mejor romper la federación y alejarse de la estrategia común checoslovaca.

Carnogursky fija la hora de la independencia en el año 2000, cuando la República Federal se integre en la Europa comunitaria. El presidente Havel, por su parte, ha reaccionado con irritación ante estas pretensiones, y llegó a proponer el referéndum decisorio. En todo caso, la previsible coalición gobernante que surgirá de las elecciones de mayo exigirá un acuerdo entre el partido de Klaus, el Partido Democrático Cívico, al que las encuestas dan como ganador, y alguno de los grandes partidos nacionalistas eslovacos, presumiblemente el de Meciar.

Jorge M. Reverte es escritor y periodista.

Españoles en Checoslovaquia

Hay un empresario español que reúne las claves para el inversor en aquel país: Artemio Precioso. En torno a su profundo conocimiento de Checoslovaquia. se han cerrado las mayores operaciones españolas en el país. Precioso es un buscador de inversores, pero un buscador escrupuloso. Ama Checoslovaquia, su país de adopción, y rechaza a quienes buscan el dinero rápido o pretenden instalar empresas contaminantes. Pero se desespera con la escasa capacidad de los españoles para afrontar una experiencia nueva. Está orgullosode una empresa: SP, un grupo mallorquín que ha instalado el primer hipermercado de Praga, que se ha convertido en el lugar de moda de la capital checa. Los checos acuden allí a experimentar algo increíbles e compran en un solo sitio multitud de artículos a precios competitivos. Hay algunos más: los fabricantes de tragaperras CIRSA, los Hermanos Pascual y la empresa pública INI Export, que roza la posibilidad de instalar una fábrica de material de construcción en Eslovaquia. El Gobierno español ha financiado un centro de negocios para empresarios españoles en el. que ya se han instalado Sercobe y un grupo de empresarios catalanes. Ramón Vizcaíno instala una empresa frigorífica, y hay presencia ya de distribuidores de frutas y verduras. "Hacen falta muchas cosas, pero, sobre todo, bienes de consumo y empresas de distribución", es la recomendación de Precioso.

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