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Suecia, el motor de arrastre

Estocolmo lidera el movimiento procomunitario del norte de Europa

GEORGINA HIGUERAS, ENVIADA ESPECIAL, Sin contar con ninguno de sus viejos aliados del Consejo Nórdico, sin consultar con Bruselas y sin discusión pública, el entonces primer ministro, el socialdemócrata Ingvar Carlsson, anunció en junio de 1991 que Suecia presentaría semanas después, el primero de julio, la solicitud formal de entrada en la Comunidad Europea (CE). La sorpresa, en realidad, no era tal sorpresa. La caída del muro de Berlín y la precipitación de los acontecimientos en Europa del Este habían hecho tambalearse el principio de neutralidad que frenaba el impulso comunitario de Estocolmo. El estancamiento económico aconsejaba la internacionalización de la industria y sólo el 10% de la opinión pública estaba contra el ingreso.

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Enemigos irreconciliables, lo único que une a la oposición socialdemócrata y al Gobierno que desde hace cinco meses dirige Suecia, el del conservador Carl Bildt, es la vocación comunitaria. Para los primeros, se trata de formar parte de una Europa unida cuyos males actuales se solucionarán'con la ampliación y posterior triunfo en toda la CE del Estado de bienestar que reinó en Suecia hasta octubre pasado. "Yo misma he dicho al partido que no podemos olvidar el internacionalismo de la socialdemocracia por la moda europea. Suecia no puede olvidar al Tercer Mundo, al que se ha dedicado c on esmero. Ingreso en la CE sí, pero sin renuncias", afirma la ex ministra de Asuntos de la Inmigración y actual presidenta del Comité de Derecho Civil del Parlamento, Mayles Lööw. Para los actuales dirigentes, se trata fundamentalmente de abrir nuevos mercados, internacionalizar la industria e inyectar a su economía fondos privados y extranjeros que permitan sacarla de dos años de estancamiento.

Libertad de elección

Suecia se encaminahacia lo que su nuevo primer minitro, Carl Bildt, llama "una revolución en la libertad de elección". Se trata de crear un "nuevo país" que se parezca lo menos posible al que fue la envidia de orientales y occidentales, el conocido como el Estado de bienestar. Bildt asegura que, cuando en octubre pasado ganó el poder en las urnas, las arcas estaban vacías y había un enorme agujero financiero, la iniciativa privada se encontraba entumecida por anos de falta de estímulo y los ciudadanos acusaban un claro agotamiento por pagar impuestos sin que nadie les consultase sobre cómo se iba a gastar la mitad de su salario.

Desde la entrada en la Comunidad Europea, que se decidirá por referéndum en 1994, hasta la privatización de las grandes empresas estatales, que comenzará el mes próximo, esta etapa de la política sueca parece destinada a dar al ciudadano más oportunidades para el fracaso o el éxito. Sin embargo, los recortes iniciados en Ayuntamientos y los previstos en los capítulos de educación y sanidad han creado una cierta inestabilidad en la sociedad, que se pregunta temerosa hasta dónde llegarán los reajustes presupuestarios.

Deshojar la margarita comunitaria se ha convertido en la conversación favorita de los suecos, aunque todos saben cuál será el resultado. Andem Olander, director del departamento comercial del Ministerio de Exteriores, se muestra "absolutamente optimista" al respecto, y asegura que, "aunque parezca muy rápido", Suecia espera ser miembro de pleno derecho de la CE a comienzos de 1995. "De hecho", señala, "el acuerdo entre la CE y la Agrupación Europea de Libre Comercio (EFTA) para el'establecimiento del espacio económico europeo, que debe entrar en vigor el próximo 1 de enero, ha facilitado dos tercios del trabajo de la negociación".

"La política de la CE es profundamente antiecológica. Bruselas sólo quiere convertirse en la capital de una nueva superpotencia. La burocratización y la centralización que exige la CE va en contra de los intereses de Suecia", afirma Per Gahrtonet, ex diputado de Los Verdes. Su partido se quedó fuera del Parlamento en las elecciones pasadas, pero sus conferencias anticomunitarias atraen cada vez más a un público interesado en conocer una posición distinta a la mayoritaria.

Para los verdes, como para los ex comunistas, la pérdida de la neutralidad sueca "es una equivocación". Consciente de que tal vez la sociedad no esté preparada para el alineamiento, el Gobierno elude la cuestión sobre la participación en la Unión Europea Occidental (UEO) y en un eventual ejército europeo.

Neutralidad

"La CE ha dejado la cuestión militar para 1996, y hasta entonces tenemos tiempo de decidir lo que es más conveniente para Suecia", asegura Olander, mientras conservadores y liberales señalanque "sin muro de Berlín la neutralidad no tiene sentido". Una de las mayores preocupaciones de los 8,5 millones de suecos ante el ingreso en la CE es el probable descenso en los beneficios de una seguridad social que ha convertido a su sociedad en una de las más longevas. Un niño sueco, al igual que un japonés, son los únicos del mundo que al nacer esperan vivir 75 años. Sólo Finlandia y Japón mejoran el índice de mortalidad infantil sueco, situado en un seis por mil. Esos beneficios, sin embargo, son fruto de 56 años de poder socialdemócrata, y en los últimos años, muchos son los que han criticado su excesivo costo. Bildt ha sido el primero en asegurar que desmantelará esa seguridad social.

Los suecos saben que el camino es muy distinto al recorrido en las últimas décadas. Tal vez lo menos inquietante sea la entrada en la CE. "Unos más convencidos y otros menos, la gran mayoría consideramos que el futuro de Suecia está en la CE", dice un ingeniero de una empresa de armamento.

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