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LA PRIVATIZACIÓN EN EUROPA DEL ESTE

Harvard en Praga

Tiene apenas 28 años, lleva siempre un traje elegante, estudió Economía y Ciencias Empresariales en la Universidad de Harvard, y habla inglés con acento neoyorquino. Podría ser el prototipo de un joven y ambicioso yuppy norteamericano. Pero Víktor Kozeny es checoslovaco, y en vez de Wall Street eligió su país -que dejó con sus padres cuando tenía apenas dos años y al que volvió en 1989- como lugar para probar fortuna.La suerte parece hoy darle la razón. Preside la Harvard Capi tal and Consulting Company, el más importante de los fondos de inversión privados nacidos en el marco de la operación de privati zación. Promovió una campaña agresiva, al estilo norteamerica no y con un uso intensivo de la televisión, prometiendo a sus compatriotas que confiaran su cupón a la Harvard un rendi miento 10 veces superior a la aportación inicial. Esta campa na, sin precedente en Checoslo vaquia, tuvo éxito, y nadie sabe hoy cuántos cupones controla su fondo, aunque se supone que se ha colocado con holgura en pri mera posición. Hasta el punto de que el gobierno, temeroso de caer de Caribdis en Escilla y de pasar con los cupones del mo nopolio estatal a un monopolio privado, aconsejó a la Harvard Company moderar su celo.

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"La explicación de nuestro éxito es simple: trabajamos como se trabaja en Occidente",, asegura Víktor Kozeny. "Ya sea en la evaluación del riesgo oen el estudio de la gestión de las empresas hacemos. el mismo trabajo que un buen profesional occidental, y eso es nuevo en este país. Por ejemplo, pedimos a un gabinete de estudios que nos haga un análisis de mercado, y contratamos a una agencia norteamericana para la campaña. Todo eso es sin precedente aquí".

Rendimientos milagrosos

¿No es demasiado fácil, sin embargo, prometer rendimientos milagrosos sobre la base de bienes regalados por el Estado? ¿No se trataría, en este Occidente que él -tanto invoca, de una publicidad considerada como enganosa? Víktor Kozeny sonríe para eludir la pregurita. "Al inversor no le importa el punto de partida, sino el rendimiento -de su, dinero. Somos los primeros en haber hecho entender a la opinión pública que los cupones no eran ningún truco del Estado, y que los ciudadanos tenían interés en cambiarlos por acciones en vez de deshacerse de ellos".

Si es así, ¿no debería el Ministerio de Economía estarle agradecido, cuando pasa aparentemente todo lo contrario? "Lo que ha habido es una simple lucha por el poder", afirma. "Algunos en el Gobierno esperaban seguir controlando la economía a través de los fondos de inversión con mayoría de capital público. Pero la Harvard Company ha trastocado sus planes".

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