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Tribuna
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El socialismo no es el enemigo

Desde que fracasó el golpe de agosto, los conspiradores acabaron en la cárcel y sus gravísimas responsabilidades fueron evidentes para todos -en nuestro país y en el resto del mundo-, no hago más que oir una única pregunta que surge en Occidente pero que llega hasta aquí, en Moscú: ¿ha muerto el comunismo o aún sobrevive y puede renacer?Hoy puedo responder con una convicción muy precisa. Lo que ha muerto para siempre es el modelo creado por Stalin, que, desde el primer momento, fue una aventura, un régimen que ig noraba por completo la democracia, los derechos humanos, las exigencias de la gente, un sistema que violentaba la sociedad y traicionaba las ideas socialistas. Por tanto, mi opinión es ésta: ha muerto el modelo de Stalin. Y quiero añadir: gracias a Dios.

Pero con la misma convicción tengo que subrayar que dicha muerte no atañe al socialismo. La idea del socialismo sigue viva, y noto un esfuerzo de búsqueda, un ansia de experimentar, de encontrar una forma de vida nueva para este ideal. Y en este nuevo ámbito, los principios de la démocracia deberán, por supuesto, ocupar el primer puesto junto con los principios humanitarios.

Lo que hoy me impresiona más es que esta tentativa de búsqueda no atañe solamente a nuestro país (donde se ha desarrollado un acontecimiento histórico bien conocido por todos), sino al mundo entero, comprendidos, por supuesto, los países capitalistas. Y aún más, afirmaría que atañe a partidos y movimientos muy diferentes entre sí, en ocasiones distantes desde sus planteamientos de origen. Es como si, arrancando de puntos lejanos, fuerzas distintas intentasen realizar algo que no solamente no está en contradicción con las ideas del socialismo, sino que en ellas hallan más fácilmente un punto de encuentro.

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He tenido la oportunidad de reflexionar ampliamente sobre estos temas. Y lo cierto es qué hoy todos nosotros, tanto en Oriente como en Occidente, conscientes o no, caminamos hacia una suerte de nueva civilización. Y es esto lo que me hace pensar que muchos de los esquemas de nuestro modo de pensar hoy han dejado de tener sentido y deben ser profundamente modificados. Sobre todo ya no podemos seguir contraponiendo, como en los tiempos de las guerras de religión, capitalismo y socialismo.

Esto significa que la sociedad y la civilización que estamos creando deben ser leídas en toda su complejidad, tanto en la multiplicidad de sus aspectos como en la riqueza de las contradicciones que la componen y la animan. En el fondo, esto y no otra cosa es el sentido de la libertad política e intelectual en la que creemos, el sentido del pluralismo.

Y éste es el significado también de la libertad económica. Me han comentado las palabras del filósofo italiano Norberto Bobbio, que ha dicho que el sistema socialista ha entrado en crisis por la falta de mercado. Pero para mí el sentido de libertad económica significa precisamente esto: coexistencia de todo tipo de propiedad -estatal, cooperativa, privada-. Y ello presupone el mercado. Por otro lado, en muchos países en los que el mercado domina la economía hay Gobiernos dirigidos por los partidos socialistas que forman parte de la Internacional Socialista. Abandonar los viejos esquemas significa también renunciar a leer la historia pasada y reciente para uso y consumo de los propios intereses particulares. Sería, por ejemplo, injusto evocar la historia de la URSS sólo como si de una serie de ocasiones perdidas se trataré. Esto es una aproximación extremadamente unilateral. De hecho, la verdadera gran ocasión la perdieron a la vez el Este y el Oeste despilfarrando las enormes oportunidades que nacían de la victoria contra el nazismo y el fascismo.

Hay causas y motivos diferentes para este error histórico: algunos temieron la democratización de su país y el reforzamiento del diálogo entre las partes que, conjuntamente, habían ganado la guerra. Otros tuvieron miedo de la expansión de la influencia soviética. El resultado fue un enfrentamiento que desembocó en la guerra fría. En 1945-1947 se perdió una gran oportunidad para Europa y para el mundo. Quizá la mayor de este siglo.

El presidente George Bush ha repetido recientemente que EE UU ha ganado la guerra fría. Me gustaría responderle de este modo: el haber permanecido tanto tiempo sumergidos en el clima de la guerra fría, nos ha hecho a todos perdedores. Y hoy, cuando el mundo ha sabido liberarse de aquel clima renunciando al enfrentamiento, todos hemos vencido. De cualquier modo, creo que esta polémica no tiene ya demasiada razón de ser, excepto para una campaña electoral...

Michail Gorbachov fue el último presidente de la URSS.

Copyright Derechos mundiales La Stampa, 1992.

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