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Reynolds sustituirá a Haughey como jefe del Gobierno irlandés

Enric González

Albert Reynolds fue elegido ayer presidente del Fianna Fáil, partido mayoritario irlandés, en sustitución del dimitido Charles Haughey. El liderazgo en el partido conlleva en este caso la jefatura del Gobierno de la República de Irlanda, cargo al que Reynolds accederá con toda seguridad la semana próxima en una sesión parlamentaria en la que contará con los votos de su partido y los de sus socios en la coalición gubernamental, los Demócratas Progresistas.Reynolds, que durante los últimos meses ha mantenido una abierta rivalidad con Haughey, obtuvo finalmente el respaldo de Bertie Ahern, el ministro de Finanzas, a quien muchos veían como el hombre idóneo para regenerar el anquilosado Fianna Fáil y para dirigir el Gobierno en un momento de grave crisis económica. El propio Haughey sugirió indirectamente que Ahern era su sucesor natural.

Pero Ahern, ha preferido evitar la confrontación directa con Reynolds y esperar mejores tiempos. Reynolds dice tener 60 años, aunque muchos aseguran que en realidad debe haber cumplido ya los 65. Ahern, en cambio, tiene 38. La alianza entre ambos permitirá a Ahern mantener la cartera de Finanzas y, según se especula en el Fianna Fáil, añadir a ella el cargo de viceprimer ministro.

Sus excelentes relaciones con los Demócratas Progresistas, mucho mejores que las de Reyno1ds, harán de él el auténtico hombre fuerte del Gabinete. Fueron precisamente los Demócratas Progresistas los que obligaron a dimitir a Haughey, hartos de las corruptelas que han sacudido constantemente al Gobierno de coalición formado tras las elecciones de 1989.

Reynolds fue ministro de Finanzas hasta el pasado mes de noviembre, cuando fue destituido por encabezar una rebelión en el partido contra el liderazgo de Haughey.

El jefe del Fianna Fáil y del Gobierno consiguió sofocar el motín político, pero al precio de prometer que dimitiría esta primavera. La decisión de los Demócratas Progresistas ha adelantado los acontecimientos y ha permitido a Reyno1ds, multimillonario fabricante de comida para perros, cumplir al fin su sueño de convertirse en primer ministro.

No se espera de Reynolds ningún cambio sustancial en la política desarrollada hasta ahora por Haughey, ni en el terreno internacional ni en el doméstico. Muchos le ven como un primer ministro de transición, que se limitará a enlazar el pasado, representado por Haughey, con el futuro, que debería pertenecer a Ahern o a otro joven político capaz de sintonizar con la voluntad de cambio y progreso que llevó a una mujer de talante liberal, Mary Robinson, a la presidencia de la República hace un año.

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