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El IRA limitará sus ataques a soldados y policías

Enric González

El Ejército Republicano Irlandés (IRA) anunció ayer que no tomará represalias por la matanza perpetrada el miércoles por terroristas protestantes en un establecimiento católico de Belfast. La banda responde así a los llamamientos efectuados por la jerarquía católica. En un comunicado emitido desde Dublín, la dirección del IRA dice que la espiral de violencia entre católicos y protestantes debe ser frenada, pero añade que el Ejército y la policía seguirán sufriendo ataques.

Aunque el IRA anuncie que dejará de atacar a ciudadanos indefensos, su sinceridad es cuestionada. Y también lo es la capacidad real de su dirección para controlar a varios centenares de hombres, la mayoría jovencísimos, cuya actuación se ha cada vez más autónoma durante los últimos años. Prueba de ello fue el atentado sufrido a primera hora de la mañana de ayer por un conductor de autobús, cuando retiraba su vehículo del garaje para iniciar la jornada. Una bomba estalló en cuanto el motor se puso en marcha y destrozó el vehículo, aunque las heridas sufridas por el conductor no hacen temer por su vida. El atentado se atribuye a un comando del IRA.La matanza ocurrida el miércoles ha elevado la tensión al límite y ha sobrecogido a Belfast, una ciudad endurecida por más de 20 años de violencia entre las comunidades católica (proirlandesa) y protestante (probritánica) y las fuerzas de seguridad dirigidas desde Londres. El ametrallamiento de una casa de apuestas en un barrio católico causó cinco muertos y siete heridos, de los que dos siguen en estado gravísimo. De los fallecidos, dos eran muchachos de 15 y 18 años.

La población de Belfast, tanto católicos y protestantes, comentaba ayer en corros callejeros las terribles circunstancias de la matanza. Los dos asesinos, según varios testimonios, reían sonoramente al abandonar el establecimiento para huir a bordo de un automóvil, con vencidos de la carnicería que habían provocado. Como refirió uno de los supervientes, "el local estaba lleno de gente que trataba de ponerse a cubierto, pero no había dónde. Todo quedó lleno de sangre y de cuerpos caídos". La víctima más joven, Paul Kennedy, de 15 años, le susurró un mensaje a otro de los heridos antes de expirar: "Dile a mamá que la quiero". Uno de los médicos que acudieron inmediatamente al lugar estalló en llanto al contemplar el cuadro.

El problema del Ulster fue debatido ayer, por enésima vez, en el Parlamento de Westminster. Conservadores, laboristas y demócrata-liberales, los tres grandes partidos, incidieron en que los políticos norirlandeses debían olvidar sus diferencias y unirse en estos momentos, para conseguir un acuerdo de pacificación. Cualquier esperanza sobre este punto quedó inmediatamente disipada cuando el pastor protestante lan Paisley, líder carismático de los unionistas probritánicos, tronó desde su escaño que "el diálogo es imposible".

Papel de Major

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Sin embargo, el primer ministro británico, John Major, anunció ayer que dirigiría personalmente la Comisión de Seguridad para acabar con la violencia en el Ulster, y anunció que la próxima semana se reunirá con representantes de los cuatro partidos principales del Ulster.Por su parte, el ministro para Irlanda del Norte, Peter Brooke, presentó un informe de la situación y anunció que se incrementaría, aún más, la presencia policial en las calles. El despliegue que los 33.000 miembros de las fuerzas de seguridad en el Ulster realizan desde diciembre es, sin embargo, poco más que un ejercicio de apariencias, y no ha atajado la espiral de violencia.

La tragedia del martes, cuando Allan Moore, agente del RUC, asaltó un local del Sinn Fein (brazo político del IRA), mató a tres personas y se suicidó después, ha dirigido la atención sobre las condiciones en que se desarrolla el trabajo de los policías en el Ulster. Moore, de 24 años, enloqueció cuando otro miembro del RUC, con el que mantenía una estrecha amistad, fue muerto por su propia esposa en una riña doméstica.

La situación laboral en el RUC explica en parte este tipo de sucesos. Los policías están cumpliendo desde hace meses jornadas de doce o más horas diarias, cinco o seis días a la semana. El RUC es la fuerza policial más atacada del mundo: 284 de sus miembros han sido muertos y más de 6.000 han sido heridos en los últimos 20 años. Sus sueldos son mucho más altos que los de un policía londinense, lo que les permite mantener un nivel de vida desproporcionadamente elevado -con abundante alcohol y, a veces, drogas- respecto al nivel medio en la deprimida zona del Ulster. El riesgo, la juventud, el dinero y las armas hacen una mala combinación: la tasa de suicidios en el RUC es tres veces más alta que la media entre los varones del Ulster, que a su vez sufren una tasa de suicidios dos veces superior a la media británica.

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