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Artistas de origen árabe presentan en Madrid la cultura franco-magrebí

Dos horas de conversación con tres escritores magrebíes, invitados por el Instituto Francés para hablar de la literatura francomagrebí, demuestra que entre ellos toda generalización falsifica. Azouz Begag, francés de padres argelinos; Albert Menimi, francés nacido en Túnez y partcipante en el movimiento de liberación , y Driss Chaibi, marroquí de 65 años, residente en Francia desde los 17, inauguraron el pasado martes en el Instituto Francés una semana sobre la cultura franco-magrebí, que continuó con una obra de teatro y un recital de música. "El exilio es la condición del hombre", dice Memmi."En el fondo de mi corazón no me siento francés, pero en el fondo de mi bolsillo sí porque allí encuentro un pasaporte", dice Azouz Begag, de 34 años, un hombre de ojos brillantes y chaqueta de cuero negro, criado hasta los 12 años en un barrio de chabolas de Lyon y que ha alcanzado el grado, de investigador en Economía en el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS). Sus trabajos se centran en la ciudad como reflejo de las tensiones sociales. Es un triunfador, sin duda, y sabe que muchos lo querrían utilizar como "el árabe de guardia". Intenta defenderse.

El conflicto argelino

Begas dice pertenecer al grupo de los demócratas-a-toda-costa, respecto al proceso electoral argelino que le dio la mayoría al Frente Islámico de Salvación (FIS): si han ganado, hay que entregarles el poder. No comparte esas ideas, pero cree que tienen mucha mayor raigambre de lo que parece. "Es lógico", dice. "Con este sistema no han ganado gran cosa. Con el otro no tienen nada que perder". Los tres escritores mantienen posturas muy matizadas respecto al conflicto argelino. Además de una mesa redonda de los tres, fueron representados dos cuentos y un recital de música. Otros actos continuarán en el Liceo Fracés esta semana.

"Nadie es sencillo", dice Menirni, para explicar que desde hace tiempo ha renunciado a ser esto o aquello", entre las varias tensiones que conforman su ser diverso. "Soy judío, y por lo tanto tengo emociones contradictorias respecto a África del Norte", explica quien fue uno de los fundadores de la prestigiosa revista Jeune Afrique y que defiende preocupado el laicismo en toda forma de gobierno. Memíni es profesor de sociología en la uníversidad de Nanterre.

"El exilio es una condición general", dice Memmi. "Todo hombre es un exiliado; lo que hace falta es que los extremos de su cultura no sean demasiado violentos, lo que por lo demás ocurre a menudo".

"Cuando me marcho de Lyon y voy a otra ciudad francesa, tengo miedo", dice Begag, asustado por los aires de intolerancia y racismo que soplan por toda Europa. En Lyon, al menos, sabe de posibles refugios y conoce a quien le puede esconder en caso necesario.

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