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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tentando lo nuevo

Al Raso

Fundación Caja de Pensiones. Serrano,60. Madrid. Hasta el 15 de marzo.

A lo largo de su trayectoria expositiva, la Fundación Caja de Pensiones ha ido intercalando, con una cierta periodicidad, propuestas cuyo objetivo era establecer una apuesta de prospección sobre tendencias y nombres emergentes en nuestro panorama artístico. Estarán en la mente de todos, en ese sentido, colectivas como 26pintores, 13 críticos, Otras figuraciones o En tres dimensiones.

Con matices distintos en cada caso, el atractivo mayor de todos esos proyectos fue un talante común que tendía a alejarse de las lecturas más obvias o comunmente compartidas: sobre los panoramas a los que se asomaban. El resultado era, así, siempre un discurso abierto a la discusión y, por ello mismo, más estimulante en su efecto.

Frente a unos años plagados de tanta colectiva alegremente ociosa sobre nuestro arte joven, las de la Caixa sumaron siempre, al buen olfato y rigor en la selección, cierta dimensión polémica oportuna en el terreno de debate de las nuevas tendencias y una voluntad de riesgo que las llevó a despertar la atención, en forma muy temprana, sobre algunas personalidades de excepción.

En cualquier caso, la Fundación no se ha prodigado en este tipo de proyectos, intuyendo con acierto que no es algo a lo que se pueda dotar de sentido a voluntad, sino que ha de extraer su propio ritmo de la cadencia de cambios sustanciales que se produzcan en el paisaje creativo.

Crisis conceptual

El proyecto que ahora nos ofrece la Fundación, bajo el título de Al raso, llega tras unos años en los que nuestro panorama creativo, -en línea con lo ocurrido fuera de nuestras fronteras-, ha tendido a diluir cualquier tipo de línea de fuerza, cualquier modelo global realmente significativo, fruto de un proceso de crisis conceptual en el campo del arte, que no es sino un reflejo de la que, con carácter más amplio, afecta hoy a la esfera general del pensamiento. La pregunta era, en ese sentido, ¿qué actitudes determina, en los artistas que se enfrentan de nuevas al debate, esa ausencia de parámetros?

No puede decirse que los doce artistas que integran esta selección, realizada por los criticos Rosa Queralt y Miquel Molins, se circunscriban sólo a la generación más jóven o a nombres estrictamente nuevos. De hecho, este friso colectivo incluye artistas nacidos entre 19 5 3 y 1971, así como a creadores con una trayectoria ya significativa a su espaldas (Victoria Civera, Pedro Mora, Emilio Martinez...) junto a algún otro que, incluso, realiza aquí su primera exposición.

Para los comisarios de la muestra, lo que hay de común en la identidad de estos artistas -y que constituye, al tiempo el argumento mismo del proyecto- es una toma de posición que se caracterizaría, ante todo, por el modo de asumir la conciencia del desamparo al que hoy les enfrenta la práctica del arte. Su singularidad nacería así de la lucidez ante la quiebra de los modelos precedentes.

Desde ese punto, los tipos de respuesta se orientan en distintas vías, desde aquellas que son espejo de la fragilidad que afecta tanto a la propia expresión como a todo discurso, hasta una continua itinerancia de lenguajes o modos muy libres de ironía.

Concretando, entre las propuestas que, en este itinerario, me han despertado un interés más firme, citaré las de Lorenzo Valver4e, Pedro Mora, Alberto Oyarzabal y el equipo que forman Susana Rodriguez y Leonardo Gómez Haro. Pero, junto a ellas, el impacto mayor de la exposición se concetra, para mi gusto, en la delicada imaginación itinerante de Victoria Civera, en el despojamiento del que nacen las piezas de Juan Francisco Isidro, y en la inquietante sorpresa de las instalaciones de Mayte Vieta.

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