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Reportaje:ASÍ NACE UN ESTADO / y 3

Ucrania aprende a defenderse

A sólo mes y medio de su nacimiento como nación independiente, Ucrania es ya un Estado militarmente poderoso: la absorción de los 1,2 millones de hombres del ex ejército soviético desplegados en su territorio se está llevando a buen ritmo, y junto a ellos pasan a depender del Gobierno de Kiev los tanques y otros vehículos blindados, camiones, aviones y helicópteros de las unidades a que sirven esos soldados, además de los cuarteles y todas las demás instalaciones.

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Por el número de cabezas atómicas que alberga, más de 4.000, Ucrania sería la tercera potencia nuclear del mundo si no fuera porque sobre ese armamento su control es muy relativo y en última instancia es Rusia la que lo custodia.Mikola Porovski, vicepresidente del potente movimiento nacionalista Ruj y uno de los miembros más activos de la Comisión de Defensa del Parlamento ucranio, comenta sobre el arsenal nuclear: "Queremos que ese armamento sea destruido aquí porque no deseamos contribuir a potenciar la amenaza de una nueva guerra mundial. Aquí conocemos muy bien la política agresiva de Rusia". Aunque sin utilizar esta terminología, la política llevada a cabo por el presidente del país, el centrista moderado Leonid Kravchuk, responde a este planteamiento de base.

En la cumbre que los presidentes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) celebraron en Minsk el 30 de diciembre pasado, que se saldó con un rotundo fracaso que ha dado paso al actual clima de creciente enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, Kravchuk fijó con claridad sus condiciones: reiteró su aceptación del control único sobre el armamento nuclear, pero exigió tener la última palabra sobre el uso de esas armas desplegadas en el territorio ucranio. Al tiempo, fijó en seis meses el periodo para el desmantelamiento de las minas, bombas y misiles atómicos tácticos, y en tres años, la destrucción de los 176 misiles estratégicos de cabezas múltiples.

¿Se puede acabar con las más de 4.000 cabezas nucleares antes de 1995? "Con la ayuda de EE UU y de los demás países occidentales que poseen la tecnología adecuada sí es posible. Si lo tenemos que hacer nosotros solos, la liquidación del armamento atómico puede tardar siete u ocho años", responde Porovski. Una vez consumada esa eliminación, Ucrania se convertirá en un país desnuclearizado, pero desde su nacimiento viene reclamando la condición de país neutral.

En buena medida, la pugna que se está desarrollando por el control de la flota del mar Negro responde en el fondo al modo bien distinto con que Rusia -como líder de la CEI- y Ucrania conciben su papel en el mundo. Rusia no ha renunciado de momento a ser una gran potencia y necesita que los barcos y la aviación de esa flota desempeñen la función estratégica de equilibrar la presencia de otras potencias en el Mediterráneo.

El comandante en jefe de la flota del mar Negro, almirante Ígor Kasatónov, ha subrayado que si ésta pasara a Ucrania acabaría siendo "más pequeña y la VI Flota norteamericana cobraría ventaja". El Gobierno de Kiev no tiene aspiraciones de gran potencia, pero quiere desempeñar un papel relevante en la zona, por lo que exige que se le transfiera esa unidad, para utilizarla según sus propios intereses. Durante los tres próximos años, mientras no se alcance la situación de Estado desnuclearizado, Ucrania aceptaría que la Ilota cumpliera tareas estratégicas dentro de la CEI, según el viceministro de Defensa, el general Iván Bizhan.

Los intereses específicos de Ucrania los a punta Dmitri Pavlitchko, presidente de la Comisión de Exteriores del Parlamento ucranio. Este influyente político concibe a su país como integrado en un área de la que también forman parte los tres Estados del Báltico y ex países del bloque socialista como Polonia, Hungría, Checoslovaquia e incluso Croacia y Eslovenia.

Esa área, en la que "Alemania puede desempeñar un papel relevante", tendría como perspectiva algún tipo de asociación con la Comunidad Europea. "Ucrania pertenece a la CEI, pero su estatuto de neutralidad le confiere una posición especial", insiste Pavlitchko.

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