54 naciones acuden hoy a la llamada de Washington para coordinar la ayuda al ex país de los 'sóviets'
ANTONIO CAÑO Estados Unidos intentará hoy tomar las riendas de la ayuda internacional a la antigua Unión Soviética en una conferencia que se inaugura en Washington con asistencia de 54 países y organizaciones internacionales, en la que se coordinará la política de asistencia a los nuevos Estados independientes a corto y medio plazo. La reunión, que promete sacar a la luz discrepancias entre europeos y norteamericanos, será el primer paso coordinado de la comunidad internacional para evitar el caos en la vieja URSS. Participarán todos los países que integraron la coalición internacional en la guerra M Golfo, incluido España.
La conferencia fue convocada personalmente por el secretario de Estado norteamericano, James Baker, y España estará representada por el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez.La convocatoria de la reunión es tan confusa -hasta el nombre oficial es vago: Conferencia sobre Asistencia a los Nuevos Estados Independientes- que, en realidad, nadie sabe muy bien de qué van a hablar en Washington. ¿De la ayuda de emergencia? ¿De un plan amplio y a largo plazo? ¿0 todo es simplemente un mensaje político de que los nuevos países, agobiados por la crisis, no están solos?
Todo eso está por decidir. Lo que sí se percibe antes de abrirse la conferencia, que probablemente será inaugurada por el presidente George Bush, es una diferencia de puntos de vista entre Estados Unidos y Europa; los primeros, empeñados en un compromiso lo más amplio posible, dirigido y patrocinado por ellos, y los segundos, interesados únicamente en coordinar la ayuda urgente.
Escepticismo
Los europeos vinieron a Washington a regañadientes. Francia, que se opuso ostensiblemente a la convocatoria, decidió no enviar a su ministro de Asuntos Exteriores. Los demás países de la CE sí estarán representados por los respectivos jefes de su diplomacia, pero comparten el escepticismo sobre la conveniencia de esta reunión. "No se trata de establecer compromisos, sino únicamente de definir necesidades y estudiar la capacidad de responder a esas necesidades", dijo una fuente española.
Con esta conferencia, Estados Unidos, que ha dedicado hasta ahora alrededor de, 4.000 millones de dólares -la mayor parte en avales crediticios- en ayuda a la antigua URSS, quiere asegurar que en el futuro no tendrá que cargar con el mayor peso de la reconstrucción de los nuevos países y, al mismo tiempo, recuperar un liderazgo que siente amenazado en Europa.
El Gobierno norteamericano quiere también involucrar en ese proyecto a países como Japón, al que en Washington se acusa siempre de ser remiso a cumplir con sus obligaciones internacionales, y las naciones del Golfo, que, al fin y al cabo, tienen dinero y son vecinos de la antigua Unión Soviética.
Los europeos, sin embargo, se quejan de que Estados Unidos quiere ahora apropiarse del protagonismo, después de haber reaccionado mucho más lentamente que la CE a la solicitud de ayuda de los nuevos países. "No queremos discutir sobre protagonismos, queremos ser mas eficaces". comentó al respecto una fuente del Departamento de Estado. La pasada semana el portavoz de la Casa Blanca, Nilarlin Fitzwater, afirmó que no será una reunión para hacer más promesas, sino para hacer más eficaces los actuales esfuerzos humanitarios.
La conferencia abarcará no sólo a los países que integran la Comunidad de Estados Independientes, sino también a Georgia, Letonia, Estonia y Lituania. Después de la sesión de apertura, la reunión se dividirá en cinco comisiones: alimentación (que estará presidida por Douglas Hurd, ministro de Exteriores británico, que se entrevistó el lunes con el presidente ruso Borís Yeltsin), sanidad, energía, vivienda y asistencia técnica. Todos los países estarán representados en todos los grupos de trabajo, pero la voz cantante la llevarán los países que las copresiden. Estados Unidos, Japón y Alemania presiden cada uno dos comisiones.
Uno de los principales temas a tratar será el de infraestructura para repartir la ayuda que los países aprueben. La alternativa más extendida es que sea la OTAN la que se encargue de esa labor. El propósito norteamericano es convocar a la mayor urgencia una segunda conferencia, probablemente en Europa, con objeto de institucionalizar en lo posible el proceso.
En un reciente informe ante el Congreso, el director de la CIA, Robert Gates, hizo una descripción catastrofista de la situación en la antigua URSS, donde el caos reinante se ha convertido, según él, en la principal amenaza para la seguridad de Occidente.
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