_
_
_
_

Felipe González aterriza en Torrejón

La niebla en el aeropuerto de Barajas altera la agenda de los políticos

Juan Carlos Sanz

El ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, tuvo que salir ayer disparado del Pabellón de Estado del aeropuerto de Madrid-Barajas -cubierto por un banco de niebla- para poder recibir al presidente del Gobierno, Felipe González, al pie de la escalerilla de su avión en la base áerea de Torrejón de Ardoz, donde lucía el sol. El Boeing 707 de las Fuerzas Aéreas españolas en el que viajaba el presidente, procedente de Caracas, fue desviado a las cercanas pistas militares "porque Barajas estaba cerrado en ese momento", según informó la Oficina del Portavoz del Gobierno. El aparato tomó tierra con, una media hora de retraso sobre el horario previsto.Otro acto oficial, la firma del acuerdo sobre el nuevo sistema de Financiación de las comunidades autónomas, también se vio afectado por la niebla. El consejero de Economía del Gobierno balear, Alejandro Forcades, quedó bloqueado en el aeropuerto de Palma de Mallorca y no pudo desplazarse a Madrid para participar en la sesión del Consejo de Política Fiscal, presidida por el ministro de Economía y, Hacienda, Carlos Solchaga, informa la agencia Europa Press.

La comitiva del presidente del Gobierne atravesó a las 12.55 el puesto de control situado en la carretera de acceso a la base de Torrejón, en cuya pista había tomado tierra su avión minutos antes. El vehículo oficial de González, custodiado por dos coches de escolta y una pareja de motoristas, se dirigió a toda velocidad hacia la carretera nacional II (Madrid-Barcelona) y se perdió en el denso tráfico de entrada a Madrid. Según los servicios de la Oficina del Portavoz, el presidente tenía previsto llegar hasta el palacio de la Moncloa a bordo de un helicóptero que le había esperado en la pista de Barajas, como es habitual en sus viajes oficiales.

En este aeropuerto, unos 40 vuelos regulares quedaron cancelados desde la mañana del domingo hasta el mediodía de ayer. Los paneles informativos registraban continuas demoras. Vicente, de 32 años y especialista en montajes metálicos, es un viajero habitual en el puente aéreo que enlaza Madrid y Barcelona. A las dos de la tarde de ayer contemplaba resignado la larga cola de los mostradores de reservas. "Ya tenía que estar en Barcelona", se lamentaba, "y eso que el sábado tuve que esperar tres horas en El Prat". Un letrero electrónico repetía sin pausa la advertencia: "Los vuelos del puente aéreo, demorados por mal tiempo". Al ser informado del desvío del vuelo de Felipe González a la base de Torrejón comentó en tono irónico: "Me alegro por él, pero los demás no tenemos la misma suerte".

Otro viajero, Orlando Ferro, de 26 años, dormitaba en una butaca. "Tenía que haber salido para Vigo hace una hora, pero tengo que esperar dos horas más para un vuelo que aún no ha sido confirmado". En su opinión, Felipe González "tiene todo el derecho a utilizar las instalaciones de Torrejón en un viaje oficial, aunque no es normal que exista una base militar tan cerca de la capital".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_