Películas para una ciudad
La 2 inicia con 'La plaza del Diamante' un ciclo de cine dedicado a Barcelona
La segunda cadena de Televisión Española inicia hoy un ciclo de películas relacionadas de una u otra manera con la ciudad de Barcelona y basadas en obras de la literatura catalana. La plaza del Diamante, de Francesc Betriu, es el título que abre este ciclo que ha de dar respuesta a un reto: ¿tiene Barcelona una imagen cinematográfica de marca?
Está claro que los Juegos Olímpicos van a contribuir muchísimo a la difusión de una serie de imágenes barcelonesas, la mayoría de ellas gaudinianas o deportivas, con algunas pocas incrustaciones mironianas, pero eso son postales para el consumo y duran lo que duran, es decir, el tiempo que hace falta para que el Cobi se degrade en su proliferación y otros Juegos vengan a sacar el clavo de los presentes.Una ciudad tiene su película cuando Carol Reed y Orson Welles se confabulan para inventar Viena en El tercer hombre, o Wim Wenders y Peter Handke se dan la mano en El cielo sobre Berlín, para dejar constancia de que allí existió un muro y dos mundos, o los jóvenes turcos de la Nouvelle Vague convencían a medio mundo de que París es su capital.
En el terreno literario Eduardo Mendoza se ha inventado una Barcelona que ya es una referencia obligada, más real que la auténtica. Marsé se ha conformado con unos pocos barrios, pero cuya geografía también es susceptible de sustituir con ventaja la del callejero. Mercé Rodoreda, que apenas conocía Gracia y menos aún la famosa plaza del Diamant, le ha dado al barrio un encanto que hace años ya desapareció entre bloques anodinos de cinco y seis pisos.
Ninguna de las películas escogidas para este ciclo logra fijar de una vez por todas un momento de Barcelona en la pantalla. En Ultimas tardes con Teresa, Gonzalo Herralde está a punto pero ni el reparto es idóneo ni el presupuesto le permite recrear la atmósfera de finales de los cincuenta. Sólo la secuencia del baile, con esa lluvia de confeti, le da la dimensión de ciudad soñada. En Barrios altos la apuesta era de otro orden: se trataba de probar que Barcelona también tenía su movida y que los modernos no eran una exclusiva capitalina.
Cierto parecido
La adaptación cinematográfica de La plaça del Diamant, con sus estrecheces de producción, resulta a la vez pobre y fiel, como esos retratos que pueden comprársele a un artista callejero y cuyo mayor mérito es un cierto parecido con el original. En cualquier caso la cinta de Betriu logró algo distinto, que es darle un rostro definitivo a Colometa, que sea difícil leerse el libro sin que Silvia Munt no aparezca sobreimpresionada en cada página. No es poco.
De Mi profesora particular sólo puede decirse que su inclusión en el ciclo es una sorpresa. Primero, por haber sido rodada mucho antes que las demás -en plena glaciación franquista-; luego, por ser un filme en que la presencia física de Barcelona es escasa. En cualquier caso se trata de una oportunidad de revisar una película que fue maltratada por la crítica y, lo que es peor, por el público, sin merecerlo.
Pa d'ángel es la película de los progres desorientados. Bellmunt les retrató con gracia organizando orgías, intentando ser matrimonios posfranquistas -abiertos, libres y otras zarandajas- En Pa d'ángel tienen hijos que no se comportan tal y como esperaban. Los ex maoístas-leninistas-chiruqueros esperaban haber mejorado la humanidad y, para su estupor, ven cómo a sus retoños les interesan más otras cosas.
Queda por último Barcelona conexion. Es reciente, pero no lo parece porque tiene una factura muy años cincuenta. No es un defecto. En cualquier caso en varios momentos la ciudad se nos hace marsellesa, adquiere unas tonalidades de capital mediterránea del crimen que no le sientan mal ni parecen falsas. Si Apartado de correos 1001, vista hoy, es un documental sobre Fu-Manchú en Barcelona, Barcelona conexion parece un remedo de los mejores iquinos. La novela de Andreu Martín daba para más, pero la técnica narrativa y, sobre todo, el presupuesto no permiten salir de los límites de la serie B.
En realidad la película sobre Barcelona está por hacer. Sólo las imágenes de Portabella en El pont de Varsovia -por citar un filme reciente- han sabido darle protagonismo al decorado. Ninguna de las películas del ciclo ha sido tan sensible, y ofrecen una visión mortecina de Barcelona. Finalmente, quizá sea más justa y exacta.
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