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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Adiós a Gamsajurdia

DESPUÉS DE dos semanas de combates en torno al Parlamento de Georgia, el presidente de esta república, Zviad Gamsajurdia, ha abandonado el bunker en el que resistía y ha pedido asilo en Armenia. Cabe esperar que ello ponga fin a una batalla absolutamente inútil que se venía desarrollando en el centro de Tbilisi, y en la que han muerto unas 200 personas y otras 400 han resultado heridas. La obstinación de Gamsajurdia, defendido por su guardia personal y cercado por tropas de la Guardia Nacional georgiana alineadas con la oposición, no tenía justificación política una vez que quedó claro que no había ninguna reacción popular en defensa del presidente legalmente elegido. El proceso vivido por Georgia ha sido uno de los más dramáticos dentro del desmoronamiento de la antigua Unión Soviética. Incorporada a Rusia en 1801, Georgia proclamó su independencia en 1918, en plena revolución, pero sólo por un corto periodo. La entrada del Ejército Rojo en Tbilisi en 1922 inició una' nueva etapa de sumisión a Moscú. Con la glásnost instaurada por Gorbachov, el nacionalismo georgiano rebrotó con fuerza y las manifestaciones. populares alcanzaron gran amplitud. El 9 de agosto de 1989, el Ejército Rojo disparó para reprimirlas, causando más de 20 muertos. Fue una sacudida en todo el país, que radicalizó el nacionalismo georgiano y provocó en las otras repúblicas una ola de reprobación general.Esa radicalización ayudó a Gamsajurdia, un disidente que había sido encarcelado en la época de Breznev, a colocarse al frente de las corrientes nacionalistas. Georgia se situó, con los países bálticos, en una posición netamente secesionista. Proclamó su independencia y eligió a su presidente, en mayo de 1991, con un 87% de los votos. O sea, antes que Rusia y con una mayoría superior a la de Yeltsin. Este amplísimo apoyo popular aparecía como una garantía de Cohesión y estabilidad para el régimen democrático que debía nacer. Pero los hechos no confirmaron tal previsión. Gamsajurdia resultó ser un tiranuelo propenso a los métodos dictatoriales. No sólo anuló la autonomía de osetios y abjases, provocando así una guerra civil en dos regiones de la república, sino que empezó a cercenar brutalmente las libertades de los georgianos. Suprimió la libertad de prensa, hizo de la televisión un instrumento de exaltación de su persona y, cuando empezaron las protestas, encarceló a los líderes de la oposición.

El hecho que más ha dañado su prestigio fue su pasividad ante el golpe, comunista de agosto pasado en Moscú. Aceptó incluso la exigencia de los golpistas de que disolviese la recién creada Guardia Nacional. Ello precipitó su aislamiento. La mayor parte de las figuras que habían apoyado su elección (incluidos los miembros de su Gobierno) se pasaron a la oposición, y lo, mismo hizo el jefe de la Guardia Nacional. Desde septiembre, Tbilisi ha sido teatro de incesantes manifestaciones pidiendo la dimisión de Gamsajurdia y de duras represiones contra ellas. Los enfrentamientos se fueron agudizando hasta desembocar, a finales de, diciembre, en los, sangrientos combates en tomo al Parlamento.

¿Qué ocurrirá ahora? Si los métodos de Gamsajurdia negaban la democracia, tampoco brillan cualidades democráticas en la conducta de los grupos oponentes que han destituido por las armas a un presidente legalmente elegido.. La amenaza de caos es real: la oposición cuenta con 27 partidos, y los grupos armados son los que pesan más. Hasta ahora sólo les ha unido su aversión a Gamsajurdia

Se habla de convocatoria de elecciones, y sin duda es una medida indispensable para recuperar un mínimo de legalidad democrática. Pero las elecciones no bastan. Y el caso georgíano es un aviso de los peligros que acechan, a otras repúblicas: en etapas de pasión nacionalista, las urnas pueden dar nacimiento a poderes personalistas, sin un partido capaz de obtener un auténtico respaldo popular. Con situaciones políticas tan frágiles, y en momentos de penalidades, el peligro de que se produzcan choques y enfrentamientos violentos es considerable.

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