Pacifistas serbios piden un referéndum contra la guerra
"Los ciudadanos de Serbia mueren en una guerra cuyos objetivos no están definidos. Nadie les ha preguntado si están de acuerdo". Así comienza el texto de la solicitud, cuya recogida de firmas empezó a primeros de mes en Serbia, para exigir un referéndum en contra de la guerra. La pregunta es: "¿Está de acuerdo con que los ciudadanos de Serbia sean llevados, por orden de la cúpula política, a la guerra fuera del territorio de la república serbia?".
Esta petición se firma, entre otros sitios, frente al Parlamento serbio, donde todas las noches se encienden velas por las victimas de la guerra de ambos lados. La iniciativa para el referéndum (se necesitan 100.000 firmas) procede del Centro de Acciones en Contra de la Guerra (CACG), fundado el 15 de julio en Belgrado. Stojan Cerovic, fundador del Centro y uno de los periodistas más conocidos de la revista independiente Vreme, recibió el mes pasado la orden de movilización. No acudió al cuartel y sigue publicando sus artículos en contra de la guerra.
En las minúsculas oficinas del CACO, en la calle de Prote Mateje, en Belgrado, casi todos los voluntarios son mujeres. Reciben decenas de llamadas y visitas. "Generalmente llaman madres, hermanas o novias de los movilizados que no quieren combatir", cuenta Jelena, profesora de idiomas. "Quieren saber cuáles son las consecuencias legales si uno no quiere luchar". El Centro tiene varios abogados como asesores, pero no incitan a la deserción. "Sin embargo", cuenta Jelena, "explicamos las consecuencias legales y al mismo tiempo les aseguramos que no están solos, que hay miles de desertores".
"La mayoría de la gente se consuela con la conversación, sabiendo que no está sola", precisa Jelena. Además, los visitantes suelen interesarse sobre cómo salir de Yugoslavia. El Centro no tienen canales para la emigración, pero sí la lista de los países donde pueden permanecer los desertores serbios. No se recomiendan Alemania o Suecia, pero sí Suiza, Grecia, Italia y Holanda.
El viaje al extranjero se ha vuelto sumamente difícil: las autoridades serbias exigen un pase militar para la salida de los varones, pero, siempre hay soluciones. Miles de jóvenes en edad militar están fuera de Serbia y de Yugoslavia.
"En las últimas semanas nos llegan reservistas que regresan del frente para desahogarse contándonos los horrores de la guerra", dice Violeta, de 20 años, estudiante de Derecho y voluntaria. "Llegan temblando y con un miedo enorme. Dicen que han visto cómo se degollaba a las víctimas, los robos y el pillaje. Rehúsan contar sus experiencias a los padres y a la prensa. Por eso creo que nunca se sabrán los crímenes de la guerra. A los que llegan no les pedimos sus nombres, porque esta gente teme la venganza de la extrema derecha serbia. Muchos tienen transtornos mentales y psicológicos, pero los servicios psiquiátricos del hospital militar en Belgrado están saturados".
"Si alguien viene por segunda vez al Centro", prosigue Violeta, "es para preguntar cómo salir de Yugoslavia para siempre".
Los voluntarios pacifistas tienen entusiasmo y buena voluntad, pero carecen de una organización capaz de resolver todos los problemas legales y psicológicos que la gente les plantea "en nombre de los amigos". Muchas organizaciones pacifistas europeas les ayudan materialmente y organizan talleres para entrenar al personal. En el extranjero, los pacifistas serbios tienen la oportunidad de reunirse con sus homólogos de Croacia, Eslovenia y Bosnia, con los que tienen buenas relaciones.
Los pacifistas, calificados de antipatriotas, antiserbios, emisarios de Franjo Tudjman [presidente croata], resisten la presión de sus colegas en el trabajo y la animosidad de los medios de comunicación oficiales. Los ultranacionalistas les han destruido ya sus oficinas una vez.
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