Cresson agita el fantasma de Le Pen para unir a los socialistas franceses
Edith Cresson intentó galvanizar ayer al Partido Socialista francés (PS) con un discurso centrado en el mínimo común denominador que todavía cimenta a esa fuerza política: la oposición al ultraderechista Frente Nacional. La primera ministra recibió tan sólo un aplauso cortés por parte de los asistentes al congreso extraordinario del PS que se celebra en el Arca de la Defensa, de París.
Esta semana, Cresson ha intentado una nueva táctica para mejorar su popularidad. entre sus compatriotas, o al menos entre la izquierda. La primera ministra comenzó una campaña contra Jean-Marie Le Pen y su Frente Nacional con un artículo publicado en Le Monde. Su intervención de ayer estuvo en la misma longitud de onda.Cresson exhortó a los socialistas a "reafirmar con fuerza" su voluntad de "ganar el combate contra la extrema derecha". "Debemos estar en la primera fila de la lucha por la razón y la democracia", dijo. Para poder llevar a cabo "el combate contra el racismo y la xenofobia", los socialistas, prosiguió, necesitan "despertarse".
La primera ministra defendió su acción gubernamental y quitó importancia a las encuestas que afirman que dos de cada tres franceses desean su salida inmediata del hotel Matignon (sede de la jefatura del Gobierno). Su intervención concluyó con un homenaje al jefe del Estado francés, François Mitterrand, y al presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, ambos militantes socialistas. Mitterrand y Delors, según Cresson, están desempeñando un "un papel clave" en la construcción europea.
El discurso de Cresson, que fue acogido con poco entusiasmo, estuvo en la línea de la mayoría de intervenciones de este congreso que debe culminar hoy con la proclamación formal de la conversión a la socialdemocracia del antaño anticapitalista PS. Los oradores -ellos con corbatas coloristas de última moda, ellas con cortos y elegantes trajes chaqueta- se suceden en el Arca de la Defensa para machacar una y otra vez las mismas ideas: el PS debe recuperar su unidad; los "elefantes" deben aplazar la batalla por la sucesión de Mitterrand; sólo un "sobresalto" puede evitar las temidas catástrofes electorales; la lucha contra la amenaza ultraderechista hace necesario ese "sobresalto"...
"El destino de Francia", dijo el viernes por la tarde el ex primer ministro Laurent Fabius, "no puede estar en manos de reaccionarios repintados con los colores del liberalismo, y, mucho menos, de los nostálgicos de Vichy y Petain".
Esta vez, los socialistas intentan evitar el penoso espectáculo de desunión del congreso celebrado en marzo de 1990 en Rennes. Pero en los pasillos es palpable que tras diez años de ejercicio del poder el PS está dominado por el escepticismo y el aburrimiento. La inmensidad, frialdad e impersonalidad de la sala con muros de cemento gris donde se celebra el congreso va como anillo al dedo al estado de ánimo de los congresistas.
El ex ministro de Defensa Jean-Pierre Chevenement fue el único orador que expresó una posición distinta. "El nuevo horizonte del PS se pierde en la bruma", dijo en alusión al título del proyecto para el año 2.000 que el congreso debe aprobar. Según el ministro que dimitió en protesta por la expedición contra Irak, los socialistas deben, en efecto, "despertarse", pero "a la izquierda".
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