La virtud de crecer
La trayectoria de Jean Toussaint da argumentos para defender la idea de que el jazz; es verdaderamente universal Nacido en las islas Vírgenes, se inició en bandas de calypso hasta que decidió dar el gran salto y, tras una provechosa estancia en el Berklee College de Boston, se presentó en Nueva York para medirse con los mejores instrumentistas. Tuvo suerte y consiguió entrar en los Jazz Messengers. El pasado mes de mayo se le pudo ver en el cuarteto del batería Max Roach, ciñéndose a un papel no demasiado lucido, que apenas dejaba entrever su auténtica valía. Ahora, en la semana que protagoniza en el Café Central, se aprecia mucho mejor lo que puede dar de sí.Es un saxofonista vigoroso que necesita tiempo para explicarse y dilata sus solos como si se estuviera poniendo a prueba. Al igual que tantos otros, escoge como modelos a John Coltrane, Sonny Rollins y Dexter Gordon. Del primero toma la locuacidad y la vehemencia; del segundo, el fraseo quebradizo y la fantasía rítmica; del tercero, el sonido grueso y noble. En teoría, la sugerente mezcla debería dar como resultado el tenor ideal, pero la cosa no es tan sencilla: aún le falta pulir un poco más su propia personalidad, aunque nadie le puede negar que trabaja duro para conseguirlo.
Jean Toussaint Quartet
Jean Toussaint (saxo tenor),Bernardo Sassetti (piano), Ze Eduardo (contrabajo) y Stephen Keogh (batería). Café Central. Madrid, 3 de diciembre. Suplemento de actuación: 800 y 900 pesetas. Hasta el 8 de diciembre.
Disciplina y libertad
Tanto sobre temas rápidos (0leo, Nows the time) como sobre baladas a las que gusta doblar el tempo, Toussaint se aprieta los machos y proyecta largas y complejas improvisaciones siempre controladas, de cuidada entonación y atentas al cambio de acordes. En su música hay disciplina y hay libertad.Está acompañado por una sección rítmica compenetrada y voluntariosa. Bernardo Sassetti es pianista de líneas melódicas ágiles y elegantes; el contrabajista Ze Eduardo acepta de buen grado el desafío de los siempre comprometidos solos con arco, y el batería Stephen Keogh, imperturbable, saca todo el partido posible a su discreta técnica.
Babelia
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