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ANTE LA CUMBRE DE MAASTRICHT

La CE cambiará su nombre por el de Unión Europea, si hay acuerdo

La CE, si hay acuerdo en la cumbre de Maastricht el próximo martes, cambiará de nombre para llamarse Unión Europea. Este es el único consenso firme alcanzado por los Doce antes del Consejo Europeo aunque condicionado al sí final a la unión política y monetaria. Todos los textos fundacionales (Tratado de Roma, Acta única y tratados de unión política y de unión económica y monetaria) se fundirán en uno, pero la nueva unión tendrá dos personalidades jurídicas compartidas. Será comunitaria en unos campos e intergubernamental en otros.

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El futuro tratado de la unión tendrá unas disposiciones comunes, según el acuerdo alcanzado anteayer por los ministros de Asuntos Exteriores de la CE en Bruselas. Entre los objetivos figurará construir "una unión cada vez más estrecha de los pueblos europeos", expresión que sustituirá a la "vocación federal" rechazada por el Reino Unido y Portugal.El mercado interior, la unión económica y monetaria, el reforzamiento de la cohesión, la política exterior y de seguridad común, la ciudadanía de la unión y la cooperación judicial y policial son los otros fines que impulsan a los Doce a estrechar su integración dentro de un proceso de construcción europea en el que la cumbre de Maastricht significará sólo un punto de partida.

La defensa de los derechos fundamentales y la protección del fondo común de las constituciones de los Estados miembros son otros móviles de la Unión Europea.

Protección social

A pesar de la resistencia española, entre los objetivos figura "una protección salarial y social elevada". El acuerdo sobre este punto ("no hubo manera de impedirlo", fue el comentario de un miembro de la delegación española), preocupó especialmente al ministro de Economía Carlos Solchaga, quien interrumpió su presencia en el debate sobre unión monetaria para ser informado al detalle. Sin embargo, la instrumentalización de este proyecto, contemplada en el artículo 117, sólo habla de "protección adecuada".

La actual Comunidad Europea -perderá definitivamente la "E" de Económica- constituirá el eje central del nuevo tratado unificado. Agrupará el Tratado de Roma por el que se creó la Comunidad, el Acta única para la Europa sin fronteras comerciales internas, la unión monetaria, el Euratom (Comunidad Europea para la Energía Atómica) y la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) hasta su desaparición en el año 2002.

Al cuerpo común de políticas administradas desde Bruselas, resultado de la cesión de soberanía por parte de los Estados miembros, se añadirás las nuevas competencias (medio ambiente, política social, etcétera) que resulten del acuerdo sobre unión política.

La CE tendrá cuatro instituciones: el Consejo de Ministros, la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el Tribunal de Justicia. El Comité Económico y Social, el Tribunal de Cuentas y el futuro Comité de las regiones serán simplemente órganos de la Comunidad.

El Consejo Europeo (constituido por la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno) reforzará su papel de "impulsar y orientar" los trabajos de la Unión. No se ha querido dar el paso para que pueda funcionar como un Consejo de Ministros, por lo que sus decisiones tendrán que seguir siendo ratificadas por esta institución.

El nuevo tratado reserva al Consejo Europeo algunas decisiones concretas como la fecha y las condiciones del paso a la moneda única y la definición de la lista de posibles acciones comunes en política exterior de los Doce.

La política exterior y de seguridad común, así como la cooperación en materia judicial y de política Interior, serán acciones intergubernamentales. La Comisión no tendrá un derecho exclusivo de iniciativa legislativa, el Parlamento Europeo carecerá de control en estas materias y el Tribunal de Justicia de la CE sólo podrá intervenir para la aplicación de aquellos convenios en los que los Gobiernos estén de acuerdo.

Puerta abierta

El hecho de que haya unas disposiciones comunes deja abierta la puerta a una posible comunitarización de estas competencias que se reservan los Gobiernos.

Entre las disposiciones finales del Tratado destaca el compromiso de celebrar, en 1996, una nueva conferencia intergubernamental para profundizar la cesión de soberanía en los dos pilares intergubernamentales: la política exterior y de defensa, y la cooperación en materia judicial y policial.

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