Trece años después.
En sus respuesta a los reunidos en la cumbre de Madrid, el primer ministro israelí preguntaba: "¿No fueron los palestinos quienes rechazaron toda propuesta de paz desde principios de este siglo y respondieron con la violencia?". Y proseguía: "¿No fueron los palestinos quienes, en 1948, convocaron a sus hermanos árabes para que acudieran a ayudarles a aplastar al Estado judío? ¿No fueron los palestinos quienes bailaban alegremente en los tejados cuando los misiles Scud iraquíes caían sobre Tel Aviv?". Creo que fue el ex ministro de Asuntos Exteriores israelí, Abba Eban, quien observó que el palestino es un pueblo que nunca ha perdido la oportunidad de perder una oportunidad.El actual proceso de paz es el último y triste ejemplo de cuan cierto es ese aforismo. La Conferencia de Madrid se ha celebrado más de 13 años después de la firma de los acuerdos de Camp David, en septiembre de 1978, que incluyen la propuesta israelí de una autonomía administrativa absoluta para los palestinos de los territorios administrados por Israel desde 1967. En la primera fase, "el Gobierno militar israelí y su administración civil serán retirados tan pronto como el legítimo poder autónomo haya sido elegido libremente por los habitantes de estas áreas, en sustitución del actual Gobierno militar". Con esto se pretende "prestar la debida atención tanto al principio del autogobierno por parte de los habitantes de estos territorios como al legítimo interés por la seguridad de las partes implicadas". Para Israel, el tema de la seguridad es decisivo. Esos territorios fueron la base para la agresión árabe contra Israel en los años que culminaron en la Guerra de los Seis Días, en 1967. Y la resolución 242 de ONU, en que van a basarse las negociaciones post-Madrid, encierra el derecho de Israel "a vivir en paz dentro de unas fronteras seguras y reconocidas a salvo de amenazas o actos de fuera". Ello previene de toda vuelta a las fronteras previas a 1967, que no eran "seguras" ni "reconocidas" y estaban precariamente "a salvo de amenazas o actos de fuerza".
El tema de la seguridad israelí no es menos importante que los derechos de los palestinos. Los acuerdos de Camp David contemplan ambos asuntos. Se especifica que "las partes negociarán un acuerdo que definirá los poderes y responsabilidades de la autoridad autónoma". Además, se especifica que "tendrá lugar una retirada de las fuerzas armadas israelíes, y las. restantes tropas israelíes serán transferidas a posiciones específicas de seguridad".
Se iniciará un "periodo transitorio de cinco años" una vez que la "autoridad autónoma" sea "establecida e investida en su cargo". Se acordó que "antes del fin del tercer año del periodo transitorio habrá negociaciones para determinar el estatus definitivo", refiriéndose al tema de la soberanía de estas regiones. "Las negociaciones resolverán, entre otros asuntos, el emplazamiento de las fronteras y la naturaleza de los tratados de seguridad".
En el curso de las negociaciones con Egipto tras la firma de Camp David, se acordó que la autonomía palestina no incluiría la seguridad ni las relaciones exteriores, a fin de asegurar los legítimos deseos de seguridad" de Israel. No obstante, Israel propuso un generoso plan que habría otorgado a los árabes palestinos considerable poder en distintas esferas de autonomía: administración de justicia, agricultura, administración pública, cultura y enseñanza, salud, vivienda y obras públicas, transporte interno, comunicaciones, trabajo y seguridad social, cuestiones municipales, asuntos religiosos, industria, comercio y turismo. Por añadidura, los acuerdos de Camp David prevén la "creación de una numerosa policía local".
Los poderes que Israel se aviene a transferir a "la autoridad autónoma" cubren el 85% de las funciones normales de una sociedad organizada. Los habitantes palestinos de las áreas en cuestión tendrán el poder de organizar su vida diaria, cosa que jamás habían podido hacer bajo dominio jordano, británico u otomano.
Hace 13 años, cuando los acuerdos de Camp David afirmaban que "representantes del pueblo palestino participarían en negociaciones para la resolución del problema palestino en todos sus aspectos", los palestinos respondieron rechazando las conversaciones. Tal como habían hecho tras toda propuesta de paz desde el inicio del siglo, los palestinos respondieron con la violencia. Tras la histórica visita del presidente Anuar el Sadat a Jerusalén en 1977, decenas de palestinos fueron asesinados a manos de otros palestinos por el simple hecho de expresar públicamente su deseo de vivir en paz con Israel.
Y diez años antes de que los palestinos se pusieran a bailar alegremente en los tejados cuando los misiles Scud iraquíes caían sobre Tel Aviv, había palestinos que bailaban alegremente al enterarse del asesinato del presidente Sadat. El rechazo de los árabes palestinos a participar en Camp David trajo consigo trece años de innecesaria tragedia a Oriente Próximo, en su mayor parte para los propios palestinos. Es de esperar que esta vez nuestros vecinos rompan, por fin, el precedente y no dejen escapar una vez más la oportunidad.
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