Réplica sobre la eutanasia
Ante la carta al director publicada por EL PAÍS el día 24 de noviembre y firmada por Enrique Gimbernat, en torno a la información otorgada a la reunión en Valencia sobre el derecho a la disponibilidad de la propia vida, quiero hacer unas puntualizaciones:
1. Nadie puede poner en duda, y, que yo sepa, nadie lo ha hecho, el talante progresista mostrado durante mucho tiempo por Enrique Gimbernat. Y, en efecto, él ha defendido siempre la despenalización de la eutanasia en determinados supuestos. Ese mismo talante, en todo caso, ha de hacerle comprender que, al menos en ciertos temas, otros podemos sustentar posiciones más avanzadas, lo que no significa necesariamente que sean éstas "la tesis correcta"; simplemente, que avanzan más en una determinada dirección.
2. En la información publicada por EL PAÍS, que me parece sustancialmente impecable, tan sólo se desliza un error objetivo, tal vez atribuible a mis informaciones: Enrique Gimbernat votó a favor de la inclusión en el manifiesto de la frase "la vida impuesta contra la voluntad de su titular no puede merecer en todo caso el calificativo de bien jurídico protegido", texto que fue propuesto por un grupo de personas como solución de consenso ante las discrepancias entre el inicial de la ponencia, por cierto, y en todo caso el más votado, y la oposición de Enrique Gimbernat. Se intuyó la expresión "en todo caso" por concesión de la mayoría y para que nadie quedara en posición aislada.
3. En todo este asunto no creo haberme atribuido ningún protagonismo distinto al derivado de haber sometido, junto a José Manuel Valle, a la consideración de mis compañeros, de ponencia primero y de pleno después, un texto inicial y de haber atendido a los medios de comunicación, a su requerimiento. Puede estar convencido Enrique Gimbernat de que jamás realizaré, al menos conscientemente, conducta alguna que pueda redundar en mi beneficio propio a costa de los intereses de un grupo con el que me siento plenamente identificado y por cuya consolidación espero continuar trabajando, sin que motivaciones derivadas de conflictos ajenos a la dinámica del mismo vayan a tener la menor incidencia en mi ánimo ni, en todo caso, en el de mis compañeros. Y nada me alegraría más, en este momento, que coincidir en esa disposición con Enrique Gimbernat, por quien he profesado, siempre y en todo caso, admiración y afecto.-
Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de las Islas Baleares.
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