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Entrevista:

"La revista 'Vuelta' seguirá dando la lata"

Juan Cruz

Octavio Paz hablará en el Foro de Oradores Príncipe de Asturias del Pabellón de España en la Expo como primer invitado de una serie de grandes personalidades mundiales que debatirán allí la cuestión del futuro de la sociedad democrática. Organizan el citado Foro las revistas españolas de pensamiento Claves, Revista de Occidente, Sistema y Cuenta y Razón. El propio Paz dirige desde hace quince años una revista de literatura y pensamiento que ha tenido gran repercusión en América Latina: Vuelta, que acaba de cumplir 15 años.Con respecto a la revista está muy contento: "Empezó tirando 5.000 ejemplares que no vendíamos; ahora agotamos 15.000". Con relación a la situación de América Latina, su optimismo se vuelve más cauto. "¿Si yo tuviera que poner una nota del 1 al 10 a cada país latinoamericano? Ah, eso, sería muy difícil. Imagine, por ejemplo, que pongo un 10 y no un superdiez a los argentinos... íPues se enfadarían!"

Pregunta. ¿Cuál es el origen de Vuelta?

Respuesta. El nombre es un poco extravagante, pero se explica por sus orígenes. Cuando regresé a México, en 1970, después de diez años de ausencia, el país había pasado por una crisis política terrible, cuyo hecho principal fue la represión violenta y cruel de los estudiantes en 1968. La mayor parte de la clase intelectual pensaba y quería una revolución más o menos inspirada en la de Cuba; sin embargo, algunos creíamos que el remedio era peor que la enfermedad y lo que había que hacer, o rehacer, era nuestra embrionaria democracia. La acción de los intelectuales debía ser la defensa de lo que habían olvidado, tanto el Gobierno como sus enemigos: la tolerancia y la democracia. Por eso fundamos, en el diario Excelsior, la revista Plural. Éste fue el origen de Vuelta. Su nombre primitivo tenía un claro sentido político, ético y artístico, porque, frente a la intolerancia de las vanguardias anteriores, aceptábamos todo aquello que fuese valioso y moderno. Queríamos, además, la continuidad de la cultura mexicana: desde principios de siglo sucesivas generaciones de escritores habían intentado abrir nuestro país al exterior y así modernizarlo. Un poco como los españoles de finales de siglo hablaron de europeizar España, nosotros, primero en Plural y ahora en Vuelta, nos propusimos rescatar esa tradición universalista de México. Por esto, Plural no quiso ser sólo una revista mexicana, sino una revista en lengua española, Los escritores españoles contemporáneos tuvieron y tienen un lugar en nuestras páginas, así como los otros autores latinoamericanos. Al mismo tiempo procuramos reflejar la literatura y el arte vivos del mundo. En esto ocurrió un golpe del Gobierno mexicano contra el diario Excelsior y el conflicto dio origen a varias publicaciones decididas a defender la libertad de prensa: el diario Uno más uno, la revista Proceso y nuestra revista. Desde el principio nos propusimos ser independientes y navegar solos. Ni con el Gobierno ni con la intolerante izquierda mexicana. Lo que queríamos y queremos es un régimen democrático para México. Y la revista se llamó Vuelta porque justamente estábamos de vuelta. Hemos durado quince años y estamos decididos a seguir dando la lata.

P. ¿Qué quería decir Vuelta?

R. Primero, abrir ventanas: que fuera una revista de comunicación con la literatura y el arte de nuestro tiempo. En segundo lugar, dar expresión a la literatura viva de lengua española, y, por supuesto, a la mexicana. Tercero, continuar la crítica. Desde un punto de vista democrático, hicimos la crítica del socialismo autoritario; fuimos de los primeros en hacerlo en lengua española, y no lo hicimos con un ánimo derechista, como se dijo, ni mucho menos: nadie verá en las páginas de Vuelta una apología del sistema capitalista ni del mercado libre como si fuese la solución. Creo que el mercado libre es más eficaz que el estatal, pero nada más. Sostuvimos que el socialismo autoritario era una falsificación de la idea del socialismo: era un régimen opresivo que había matado a millones de gentes, que no ofrecía libertad ni liberación para nadie. La historia nos ha dado la razón. La otra crítica fue contra el régimen de partido única de México, contra la hegemonía del PRI, pero nunca pensamos que la solución fuese una revolución, y mucho menos una revolución violenta, sino que debíá propiciarse un cambio gradual y pacífico, un poco como el que se ha. producido en España. La transición española ha sido mucho más rápida que la de mi país.

P. ¿Por qué se han producido ambas transiciones a un ritmo tan desigual?

R. Porque ustedes se enfrentaron a la herencia de una dictadura reaccionaria, mientras que en México había que enfrentarse a un régimen hegemónico, semidictatorial y semidemocrático, producto de una revolución popular, que había creado una enorme burocracia semejante a la de la URSS. Ahora creo que vamos hacia una mayor democratización, y pienso que Vuelta ha contribuido a,este cambio. Pero falta mucho por hacer.

P. ¿Usted cree que la función y el carácter social de los intelectuales varía según las latitudes donde trabajen?

R. Claro, no es igual ser latinoamericano que europeo o norteamericano. Los intelectuales norteamericanos no padecieron nunca los espejismos ideológicos de los europeos. Por ejemplo, el marxismo apenas si tuvo trascedencia allí. En cambio, ahora el fenómeno es distinto: las universidades de los Estados Unidos son más políticas que hace 20 años. En el caso de América Latina debo decir que su literatura ha mostrado gran vitalidad en los campos de la imaginación y de la creatividad. Creo que hay excelentes novelistas y muy buenos poetas. Pero en el aspecto, crítico y autocrítico hemos sido bastante pobres. Los intelectuales latinoamericanos han mostrado escasa capacidad para examinarse, reflexionar y confesar con humildad sus enormes errores. No es normal que dos de los grandes escritores de América Latina, Pablo Neruda y Jorge Luis Borges, hayan hecho, respectivamente, elogios de Stalin y de Pinochet.

Enfado

P.¿Qué siente usted cuando le llaman derechista por sus actitudes políticas?R. Me enfado. Porque no es verdad. Cuando dicen que soy un mal poeta me encojo de hombros: puede que tengan razón o puede que tengan mal gusto. Pero si me dicen que soy reaccionario digo, que mienten. Creo que los que dicen eso o no me han leído o tienen mala fe.

P. En la sociedad actual, ¿en qué tiene que seguir dando la lata una revista cultural?

R. Tiene que defender los valores de calidad y singularidad frente a las tendencias hacia la uniformidad y el conformismo de la industria cultural.La gran literatura moderna ha sido siempre rebelde, crítica. Hay que rescatar esa tradición. Las revistas culturales tienen que hacer la crítica de las sociedades de consumo, de la moral de producir para consumir. La falta de perspectiva moral e histórica de estas sociedades, la chatura general, la completa banalización de la vida, el éxito y el dinero como valores supremos: todo eso ha de ser'en el objeto de la crítica cultural.

P. ¿La crisis de las revistas culturales es similar a la de la sociedad?

R. Sin duda. El hecho de que ahora en Francia no haya una gran revista literaria o de pensamiento que siga la antigua tradición y el hecho de quéen España sólo haya una revista nueva verdaderamente actual, Claves, es significativo. Vivimos no una crisis de valores sino un marasmo colectivo.

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