Es duro ser viejo

Tengo 69 años y una enfermedad grave, y mi mujer padece una minusvalía que le imposibilita moverse y realizar las funciones más elementales. Según la Constitución, tengo derecho a una integridad física y moral, y supongo que en su respeto se nos proporciona una asistencia a domicilio que el Ayuntamiento subcontrata a empresas privadas. La necesidad de las auxiliares que efectúan estos servicios es vital: estas mujeres nos lavan, hacen nuestra comida, nos acompañan, nos hablan: ser viejo es duro. Desde el día 17, algunos o todos esos lujos han sido cancelados: hay huelga, el Ayuntamiento, titular del servicio, se inhibe, no media, no proporciona soluciones ("Esto deben solucionarlo las empresas con sus trabajadoras"). El alcalde nos consuela ("Ese servicio debería realizarlo la Comunidad"), y mientras tanto, el conflicto genera a ese Ayuntamiento, sito en un Estado social, ahorro en el gasto en servicios sociales. ¿Es el Ayuntamiento responsable del deterioro físico y psicológico que la falta de asistencia está causando? Ser viejo en estos tiempos es difícil; sin embargo, es algo que muchos alcanzarán. A veces la única satisfacción es pensar que el Estado liberal tratará dentro de unos años a sus viejos peor que nos trata a nosotros.